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domingo, 17 de diciembre de 2017

El Halcón Maltés y El Rebollar.


Probablemente no reconozcan a la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén pero bajo esa denominación de “hospitalarios” se esconden los actuales Caballeros de Malta y, antes, de Rodas. Y tienen que ver con un halcón y con Malta. La orden surge cuando unos mercaderes de la ciudad de Amalfi (Italia), del antiguo Reino de Nápoles, que comerciaban en Siria y visitaban frecuentemente los Santos Lugares de Jerusalén, quisieron una iglesia de rito romano -y no bizantino- en dicha ciudad. 

Símbolo Hospitalario 

Obtuvieron permiso del califa de Egipto al-Mustansir (1036-1093) para erigirla en el barrio cristiano, frente al templo de la resurrección. Será Santa María la Latina. Viendo que el número de los Peregrinos aumentaba y que muchos llegaban miserables y enfermos se hizo junto a Santa María un monasterio con sus dependencias para una comunidad de monjes italianos. En algunas fuentes figuran dependientes del abad de santa Marta. Y, con el tiempo, un monasterio femenino bajo la advocación de Santa María Magdalena.

Tierra Santa fue –y es- una zona en continua crisis causada por la desarticulación del territorio que derivaba en inseguridad y abusos tributarios. Por ello, los peregrinos llegaban empobrecidos, hambrientos, sedientos y desnudos con la carga de necesitar la moneda de oro que las autoridades locales les exigían para entrar en Jerusalén. Dentro la cosa no mejoraba quedando a merced de malhechores y bandidos. Los dos monasterios amalfitanos no daban abasto. Construyeron un hospital de acogida en torno a una tercera iglesia junto a sus monasterios, y dedicada al patriarca del siglo VII Juan de Alejandría, “El Limosnero”.


Tres fundaciones amalfitanas vivían de las limosnas anuales que los comerciantes reunían. ¿Mal? Pues tuvieron la ayuda de Dios. Jerusalén es tomada por los cristianos en 1099. Todo lo que hemos dicho hasta ahora nos sirve para Las Merindades ¿Y eso? Será una pista para ubicar el rastro de los hospitalarios medievales. Los rastros toponímicos, quiero decir. Ya lo verán.

Godofredo de Bullón les donó posesiones en Provenza. Tras esta dádiva llegaron otras que decidió a los hospitalarios a separarse –según ciertas fuentes- del abad de Santa Marta y hacer otra congregación independiente bajo la protección de San Juan Bautista. Traducido: adquirieron una vieja iglesia bizantina del siglo V, situada junto al Santo Sepulcro, bajo la advocación de San Juan Bautista. ¿Más poder? Mejor patrono, con más caché. ¡Ciao, Limosnero!

Destaquemos dos puntos, digamos progresistas, de lo que hemos visto: su carácter asistencial y la inclusión de la mujer en las prácticas de la institución. En España el monasterio femenino más importante de la orden será el de Sijena, en Aragón.

Priorato de El Rebollar

En 1113, el mismo año que el papa Pascual II asumía la protección del hospital de peregrinos que los amalfitanos habían levantado medio siglo antes junto al Santo Sepulcro de Jerusalén, la reina Urraca entregaba a los hermanos del santo hospital de Jerusalén una aldea próxima a Salamanca, Paradinas. Primer asentamiento registrado en España.

Y esto no parará. Cuando en noviembre de 1156 Alfonso VII decrete la total inmunidad de los bienes y dominios sanjuanistas en sus reinos, la exclusiva ligazón señorial de sus hombres respecto a la orden y la liberación de los moradores de sus tierras de toda servidumbre lo hacía convencido de que se había cumplido una primera fase, y no poco importante, de la instalación de los sanjuanistas en Castilla y León. El proceso de acumulación patrimonial hospitalaria que caracteriza todo el siglo XII, puede ser dividido, a su vez, en dos fases enlazadas por la muerte de Alfonso VII y la escisión de la monarquía en sus dos reinos constitutivos: Castilla y León. Aun así, nuestra comarca quedó desplazada de la zona principal de los Hospitalarios que tenía a Toro como centro de referencia.


El rector hospitalario Raymundo del Puy (Raimundo del Podio 1080-1160) les dio la primera regla en 1120 que les obligaba hacer los votos de pobreza, castidad y obediencia; pedir limosna para los pobres; rigoroso ayuno los miércoles y sábados; y, entre otras varias, todos los Hermanos debían llevar una cruz sobre el hábito y otra sobre la capa.

Lo prioritario era el cuidado de los enfermos a los que los frailes hospitalarios consideraban “sus señores”. En los centros hospitalarios se proporcionaba atención espiritual y material; respeto; y ayuda hasta el punto de que el desvío de fondos era una gravísima falta sancionada con la expulsión de la comunidad. Su carácter canónico permitía a sus miembros organizar todo un sistema de colectas con destino al cumplimiento de sus fines, basado en desplazamientos y predicaciones a cargo de los freires.


Raymundo del Puy también reorientó el superávit de la hermandad a la guerra contra los musulmanes cambiando la composición de los hospitalarios que eran solo Clérigos y Legos. Ahora serían tres clases: Nobles destinados a las armas en defensa de la Fe y protección de los peregrinos; Clérigos; y Hermanos sirvientes. Lo aprobó Papa Inocencio II en el año 1130 dándoles su estandarte: una cruz blanca en campo de gules.

Finalmente participaron de la orgía de sangre que era la Guerra Santa y La Cruzada. El desastre de Hattin, que supuso la pérdida de Jerusalén en 1187, militarizó la orden. De hecho, en el último tercio del siglo XII el proceso de militarización era ya tan intenso que hacia 1180 el papa Alejandro III recordaba al maestre Roger de Les Moulins que era la asistencia el principal cometido de la orden.


Musulmanizada Jerusalén, cambiarán varias veces de residencia: la fortaleza de Margal en Fenicia que entonces les pertenecía; cuatro años después pasan a Tolemaida; expulsados de Palestina caen en Chipre; y, después, conquistarán Rodas. Perderán esta por la traición –así lo cuentan- de un portugués, prior de Castilla y Canciller de la Orden. Este, Andrés de Amaral, fue descubierto y decapitado. Tras 213 años los Hospitalarios salía de Rodas en 1523, rumbo a la Isla de Malta. No la conquistaron que se la concedió Carlos V de Alemania. La orden se instaló en 1530.

En Iberia, la segunda mitad del siglo XII fue el inicio de proceso de expansión y robustecimiento de los distintos reinos, que influiría en la orientación militar de la orden hospitalaria -sin dejar su vocación humanitaria- que llegó incluso a emplearse contra otros reyes cristianos peninsulares.


Me parece que es el momento de explicar la estructura de la orden. Fundamental: al frente estaba el Gran Comendador. Fruto de la expansión territorial, a partir del 1301, los hospitalarios empezaron a dividirse en grandes agrupaciones geográficas o “lenguas”. Una de ellas fue la de Hispania que perduró hasta el año 1462, cuando se dividió en dos: una de Castilla y Portugal, y otra de Aragón, Cataluña y Navarra. Esta organización en Lenguas se mantendría hasta el siglo XVIII.

Cada Lengua tenía reservado un cargo relevante en el Consejo Supremo o Completo de la Orden, organismo central con sede final en Malta. A la Lengua de Castilla le correspondía el Gran Canciller.

En España se organizaba en cuatro grandes prioratos: Cataluña, Aragón (conocido como Castellanía de Amposta), Navarra y Castilla y León. El nivel inmediatamente inferior a los prioratos era el de las encomiendas y bailías. Una era la encomienda de Vallejo situada en el valle de Mena, evidentemente en Vallejo. La mayoría de las encomiendas ibéricas nacerán en los siglos XII y XIII, independientemente de que fueran hospitalarias desde sus orígenes o hubieran pertenecido primero al Temple. Los templos hospitalarios, en principio, estaban adscritos a encomiendas.


El comendador sanjuanista mantenía en esta época competencias sobre el patrimonio más propiamente “eclesiástico" de la Orden. El problema era que con cierta frecuencia no proporcionaban los recursos mínimos para el mantenimiento del culto en las iglesias del Hospital. En 1457 un capítulo provincial del priorato de la Orden de San Juan en Castilla y León tenía que ordenar que el prior castellano y los comendadores respetasen los derechos y rentas asignados a los priores y capellanes de los templos sanjuanistas. De ahí que algunas veces el prior o presbítero a cargo de la iglesia llegase a apaños con el comendador.

Para la eficacia económica de sus enclaves potenciaban la obtención de rentas y tierras, tener trabajadores y campesinos dependientes con contratos de larga duración, la constitución de casas dependientes y la consecución de autonomía respecto a la jerarquía episcopal tanto en materia económica (exención diezmal confirmada, en cierta forma, por sucesivos monarcas) como disciplinaria (elección libre de prepósito).

Los diezmos principales eran los de trigo, cebada y centeno que se recogían en las paneras (o casas tercias) de cada lugar y que pertenecían a la dignidad prioral, dirigidas por los mayordomos (o administradores de tercias) que eran vecinos de aquellos lugares. La ventaja de estos era además que conocían a sus convecinos y hacían más ajustados los padrones (tazmías) de cada año. Otros diezmos eran los de corderos, queso, lana, vino, aceituna y algunas tierras llamadas sernas y huertas propias.

El Rebollar en el Becerro de Behetrías.

Al igual que las demás Órdenes Militares el Hospital cobraba diezmos y primicias en sus zonas, teniendo en cuenta que en muchos lugares un mismo concejo tenía dos parroquias, una de la Orden y otra incluida en la organización episcopal. A finales de la Edad Media cobraba diezmos y primicias en el valle de Mena; Valle de Losa; Merindad de Castilla Vieja; Merindad de Cuesta Úrria, San Martín en Quintanilla del Rebollar (Merindad de Sotoscueva) y en San Millán de Mijaralengua (Valle de Tobalina). Pero, aun así, tuvieron que hacer frente a algunos ataques y usurpaciones en sus posesiones protagonizados por los concejos de realengo y la nobleza.

Otra fuente de ingresos, y de ayuda, provenía de personas laicas. Destacaremos los donados que desde los siglos XII y XIII eran hombres y mujeres que realizaban donaciones y se enterraban en sus cementerios a cambio de gozar de los beneficios espirituales sanjuanistas y, a veces, también de ventajas materiales. En el siglo XIV la Orden sigue recibiendo donados aunque ahora se les conoce como “paniaguados”. En las Merindades tenemos el caso de Fernán García de Frías y de su mujer María Fernández, quienes se hicieron donados del Hospital en la encomienda de Vallejo de Mena en 1305.

Los partidos en los que se organizaba para la recogida de las rentas eran Vallejo, Castrobarto, Medina de Pomar, San Pantaleón de Losa, Nuestra Señora del Rebollar. Las trojes para la recogida estaban situadas en los mismos lugares, a excepción del partido de Medina de Pomar que tenía su centro recaudador en la granja de San Miguel de Miñón y las de San Pantaleón que se recogían en la venta de la Tejera.

(Cortesía de María del Carmen Arribas Magro)

En nuestras Merindades algunas de las fortificaciones que habían sido abandonadas a lo largo del siglo XI fueron reconvertidas por la Orden de San Juan de Jerusalén para vigilancia y control de los caminos. La pista nos la dan las fundaciones religiosas advocadas a San Lorenzo, San Pantaleón, San Miguel, San Juan y la Magdalena en las inmediaciones de elementos defensivos como el priorato de El Rebollar cuyo campanario es, claramente, una torre defensiva almenada con varias saeteras, y que está junto al camino de Santiago que atraviesa Mena y Sotoscueva.

Una característica del hospital del Rebollar es que no estaba en el casco urbano. Más bien, el casco urbano es diminuto. Cuatro casas y el palacio del priorato de la Orden de San Juan de Jerusalén junto a la iglesia románica y por último el Hospital, algo separado del casco. Lo dataríamos en el siglo XIII por la arquitectura de la iglesia de Santa María del Rebollar.

Ya en la Plena Edad Media serán las mujeres de la orden de San Juan de Jerusalén las encargadas del cuidado y mantenimiento de los hospitales que la Orden fundó en las Merindades; así encontramos su presencia siempre ligada a la advocación de la Magdalena en lo que entendemos fue la parte conventual de los hospitales, en la que se alojaban las mujeres de la Orden. Algunas de estas mujeres llegaron a obtener la tenencia de bailías enteras.


El Rebollar, localizado en la población del mismo nombre en la Merindad de Sotoscueva, - objeto de esta entrada- tenía asociado también un hospital, en el camino que comunicaba los llanos de Castilla Vieja con el valle de Valdivielso a través de la Tesla. Sin descartar que el lugar fuese una creación de la misma orden puesto que su iglesia está advocada a San Juan Bautista.

Consideramos que todas las fundaciones advocadas a la Magdalena lo fueron por la Orden de San Juan de Jerusalén, o bajo su influjo, en el siglo XIII. . En 1489 el papa Inocencio VIII unió a la Orden de San Juan las órdenes del Santo Sepulcro y de San Lázaro. Así se hizo cargo del hospital de San Lázaro y de Santa María de la Puente junto al puente de Frías, añadiendo una ermita con el nombre de la Magdalena al hospital de leprosos.

Detalle de las saeteras

En cualquier caso, a partir de 1350 la orden de San Juan, debilitada y en buena medida desnaturalizada, es una institución alejada del espíritu y de los presupuestos que animaron su fundación. ¿Sería porque el mundo de la baja edad media estaba cambiando? Tenemos una organización que crece a través de novedosas fórmulas que se perfilan como alternativa a un modelo social y económico basado en las rentas de la tierra. Es la primera crisis del feudalismo, la del aprovechamiento alternativo de los recursos. Y en las crisis se sufre, se aprende y se sobrevive. Entre 1290 y 1325 los poderes sanjuanistas merman. Seríamos injustos si pensamos que solo eran causas sociales. La caída de Acre en 1291 disparaba una crisis de identidad y de legitimación. En Castilla prácticamente desaparecen las donaciones espontaneas.

De la disolución del temple no obtuvieron gran cosa, al menos en el norte peninsular, y esto –quizá- sea un síntoma de inactividad o del proceso de transformación que desplazará a los hospitalarios a un segundo nivel entre las instituciones señoriales castellanas.

Y ahora es cuando entra en escena el “Halcón Maltés” del que tenemos idea por la película homónima de Humprey Bogart. La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, conocida como la Orden de Malta a partir de 1530 cuando el emperador Carlos V, de acuerdo con el Papa Clemente VII, les concedió las islas de Malta, Gozo, Comino y el puerto de Trípoli. Desde ese momento será una fuerza naval contra turcos y berberiscos del Mediterráneo.


En España, a partir de Felipe II, la corona influirá –y decidirá- nombramiento de personas de la familia real para los prioratos de Castilla y León y Portugal. En 1593 el rey obtuvo un breve pontificio, de Clemente VIII, para reservar el priorato de Castilla en favor de persona real, por el cual se nombraría en 1598 Prior de Castilla a un niño de 9 años, el príncipe Manuel Filiberto, no sin oposición de los caballeros sanjuanistas.

La dependencia de los abastecimientos provenientes de Sicilia vinculó la Orden con la Monarquía Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII las naves hospitalarias se dedicaron al corso contra las naves musulmanas. Era el canto del cisne militar. En 1798 Napoleón tomó la isla expulsando a la Orden. Dos años después sería conquistada por los ingleses y aunque en el Tratado de Amiens de 1802 se reconocían los derechos de la Orden sobre la isla, no se respetaron (¿Les suena Gibraltar?) y Malta ya no sería la sede de los caballeros hospitalarios que pasaría, durante el siglo XIX, a la ciudad de Roma.


En 1802, por Decreto de 20 de enero Carlos IV aprovecha e incorpora los señoríos sanjuanistas a la Corona declarándose Gran Maestre de la Orden en sus dominios, con una finalidad económica pues se buscaban nuevos recursos financieros para la Hacienda Real con la venta de territorios que anteriormente habían pertenecido a la Orden de Malta.

Finalmente, la acción de las Cortes de Cádiz con la abolición de los señoríos jurisdiccionales en 1811 supuso la pérdida de estos derechos por parte de la Orden de San Juan del Hospital. Serían recuperados en 1814 con la vuelta del Absolutismo, perdidos en 1820 con el Trienio, vueltos a recuperar en 1823, y definitivamente suprimidos en 1836, aunque la influencia de la Guerra Carlista y el dominio realista en algunos lugares, sobre todo en tierras del Maestrazgo, supusieran la inaplicación de las medidas liberales desamortizadores hasta la llegada de la década de 1840.


Bibliografía:

“Historia de las comunidades monásticas”
“La orden del hospital en España durante la edad media: un estado de la cuestión” Por Carlos Barquero Goñi.
“Señoríos de los Prelados burgenses Fortalezas y Palacios a ellos anejos” Luciano Huidobro y Serna.
“El conflicto por los bienes templarios en Castilla y la Orden de San Juan” por Carlos Barquero Goñi.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media” María del Carmen Sonsoles Arribas Magro
“La orden militar de San Juan en Castilla y León. Los hospitalarios al norte del sistema central (siglos XII-XIV)”Carlos de Ayala Martínez (Universidad Autónoma de Madrid).
“Los hospitalarios castellanos durante el reinado de Alfonso X (1252-1284)” Carlos Barquero Goñi.
“La estructura de la orden de San Juan de Jerusalén en la Edad Moderna” Juan Francisco Baltar Rodríguez.
“La orden militar del hospital y la monarquía castellana durante la baja edad media” Carlos barquero Goñi.
“La casa de borbón y las órdenes Militares durante el siglo XVIII (1700-1809)”. Memoria para optar al grado de doctor presentada por Juan de A. Gijón Granados.
"Becerro de Behetrías".



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