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domingo, 2 de abril de 2017

Naoh, Amoukar y Gaw en Las Merindades.


Sumerjámonos en el remoto pasado, cuando el hombre acababa de arrancar la manzana del árbol del bien y del mal, cubría su desnudez con pelo y vivía itinerante, refugiándose en cuevas o salientes. Algo así como “En busca del fuego”.

Amoukar, Naoh y Gaw, los Neandertales protagonistas de "En
busca del Fuego"

Nos vamos a la cueva de Prado Vargas. Está en el complejo kárstico de Ojo Guareña y se abre al pie de un pequeño escarpe calcáreo, cerrando un pequeño y cuestudo prado en la margen derecha del río Trema, a unos 20 metros sobre este y 500 m del pueblo de Cornejo (Merindad de Sotoscueva – Las Merindades). Ese es el “Prado Vargas” que debió ser un entorno con abundantes árboles y con un clima agradable. Una cueva atractiva ocupada alternativamente por animales y hombres. Los primeros preferirían las zonas oscuras del fondo (donde estuvo una osera) y los homínidos la entrada (donde las catas han probado actividad importante).

Vista hacia el río Trema

Entendamos que gracias al avance del bosque templado en la Península Ibérica, ya avanzado el paleolítico medio, las poblaciones humanas cazan animales como los caprinos y cérvidos, como en esta cueva. Es una zona de paso entre la Cordillera Cantábrica y la Meseta Norte, con buen clima, diversidad de fuentes de alimentación, abundancia de bosques y predominio de herbívoros de talla media. Y en esa transición de entornos reside la importancia de este yacimiento: facilita el conocimiento de la población de homínidos en la meseta norte de la península y su relación con los grupos que vivieron en el cantábrico. Nos ayuda para ello el rico repertorio óseo y lítico encontrado que permite descubrir aspectos nuevos como la ocupación de las mismas cuevas por los homínidos y los carnívoros, y los patrones de aprovechamiento de partes blandas y restos óseos de los vertebrados.

Desde un punto de vista morfológico, la cueva se divide en tres secciones: La cercana a la salida, de 30 m y una altura máxima de 3 m, cuyo suelo está compuesto por un material terroso, seco y totalmente suelto; un estrecho pasillo de 6 m de longitud, tapizado por bloques, de unos cincuenta metros de largo y una altura decreciente desde los 2 m; y su parte final, en la que prácticamente se unen suelo y bóveda.

Croquis de "Prado Vargas" (Facebook cueva Prado Vargas")

Vale, pero… ¿de dónde sale este interés por una cueva de Cornejo? Desandemos el camino solo hasta 1968 cuando el Grupo Espeleológico Edelweiss entregó al Museo de Burgos dos cráneos de oso de las cavernas y una vértebra, pertenecientes a una hembra y su cría que murieron en periodo de hibernación. Manuel Guerra, en 1973 añadió el hallazgo de cerámicas prehistóricas y, nuevamente, miembros del Grupo Edelweiss localizaron, en 1986, restos de cerámica medieval, con algunos fragmentos pintados. Ese mismo año visitó la cavidad Trino Torres (preparaba su tesis sobre los osos del Pleistoceno de la Península Ibérica) y resaltó la importancia paleontológica de Prado Vargas por ser nexo entre las poblaciones de oso de las cavernas de la Meseta y las ligadas al núcleo europeo de la cornisa cantábrica. Torres realizó una pequeña campaña -15 días- de excavaciones, extrayendo, en la cata más próxima a la entrada, algunos restos de oso de las cavernas y útiles de sílex de factura musteriense asociados al mismo nivel estratigráfico, por lo tanto pertenecientes a neandertales. ¿Neandertales? ¿Qué hacían los neandertales allí? Un poco de paciencia, enseguida tocamos ese tema.


Primero situemos el espacio temporal y, seguido, explicamos quienes eran estos “oKupas”. Estamos en la prehistoria occidental que, básicamente, es edad de Piedra y edad de los Metales.

La de Piedra -que según criterios geológicos correspondería con el Pleistoceno-, época marcada por las últimas glaciaciones- se dividiría en: Paleolítico inferior, Paleolítico medio, Paleolítico superior, mesolítico y neolítico. De todos ellos nos fijaremos en el paleolítico.

Pues bien, es en el Paleolítico Inferior cuando aparecen los primeros homínidos y evolucionan hacia el Australopiteco, el Homo Habilis, el Homo Erecto y el Homo Sapiens. Estos descubrirán el fuego y el concepto de comunidad, familia. Es en esta época cuando se produce la salida de África.

(Fuente: Desperta Ferro)

La siguiente etapa es el Paleolítico Medio. El trabajo sobre la piedra se denominará musteriense que consistía en hacer muescas directamente sobre le sílex. Estas muescas se iban profundizando hasta sacar las lascas, obteniendo así lascas gruesas y afiladas.

Poco a poco esta técnica se perfecciona hasta aparecer una mayor especialización de la fabricación de herramientas, creando raedera, raspadores, buriles, puntas grandes en forma triangular, dentadas, puntas con retoques en los bordes, etc.

(Fuente: Desperta Ferro)

Comienzan a utilizar elementos con mango, así las herramientas se pudieron crear gracias a la utilización de martillos de percusión realizados de hueso o madera. Esta nueva técnica implicaba algo de lo que en el periodo inferior se había carecido y es la planificación.

El periodo geológico corresponde al Pleistoceno Superior. En este periodo aparece el Homo Neanderhalensis, que será quién explore y se extienda por Europa, Oriente próximo y Asia central.

(Fuente: Desperta Ferro)

El último periodo en el que nos fijaremos es el Paleolítico superior con la aparición del método de trabajo Magdaleniense, o Auriñaciense, o Gravetiense o Châtelperroniense, dependiendo de donde se haya producido el hallazgo. Abarca una horquilla de entre los años 40.000-30.000 A.C. y se extiende hasta el 10.000-8.000 A.C.

El método técnico utilizado en el paleolítico medio, perdura hasta el paleolítico superior, solo que esta vez el nivel de especialización era mayor. Tenemos las puntas en forma de hojas y el trabajo ya no sólo es de percusión, sino que también se utilizan técnicas de presión. Proliferan las herramientas de hueso: agujas, arpones, anzuelos, etc.; el arte rupestre con estatuillas, esculturas y las pinturas… que suelen atribuirse a los Hombres de Cromañón.

(Fuente: Desperta Ferro)
 
(Fuente: Desperta Ferro)

¿Y qué se atribuía a los Neandertales? ¿Cómo eran? Por simplificar les diré que no eran como nos los imaginamos. O, al menos, como los recuerdo de mi periodo escolar. De partida hay discrepancias con su nombre taxonómico. Para unos es Homo neanderthalensis y para otros es Homo sapiens neanderthalensis. En ambos casos: extinto. Vivió desde el 230.000 A.C. hasta el 28.000 A.C., es decir, durante el Pleistoceno medio y superior, culturalmente integrada en el Paleolítico medio. Los yacimientos neandertales del Paleolítico medio están encuadrados en el estilo Musteriense y el estilo de los últimos periodos de la especie se adscribe al Châtelperroniense. La cultura musteriense está caracterizada por la utilización de la técnica de talla Levallois (proceso de lascado donde se predetermina la forma final). Estas herramientas fueron producidas usando martillos de percusión blandos, de hueso o madera.


El neandertal era un individuo meridional, de bosque abierto o sabana (árboles grandes, arbolitos sueltos y hierba), no estepario y de esos ambientes heladores como se ha dicho por mucho tiempo. En los periodos glaciales estaban en la península Ibérica, en la Itálica y en la balcánica. Dado su desarrollo tecnológico cazase en grupos pequeños y al acecho. Pensemos que eran cazadores-recolectores omnívoros y posiblemente practicaban el canibalismo ritual al encontrarse huesos con marcas de corte pero no coincidentes con los cortes para comer. Salvo que tuviesen hambre, como en la cueva asturiana de El Sidrón. Tal vez por eso se dice que los neandertales tenían gran capacidad de adaptación. Bromas aparte, esa adaptabilidad les permitió cazar una gran gama de recursos independientemente del nicho ecológico en el que estuvieran: herbívoros de tamaño medio y grande como cérvidos, équidos y bóvidos; algunos animales extra grandes como los proboscidios; especies de roquedo como la cabra; carnívoros o pequeñas presas como, aves, reptiles y micro mamíferos como conejos; marisqueo y pesca; y vegetales y frutos. ¡Y conocían el fuego!

Vista de la cueva (Cortesía: Facebook Cueva Prado Vargas)

Un neandertal medio podía alcanzar unos 1,65 m, era de contextura pesada, dentadura prominente y musculatura robusta. Si bien su estructura ósea no los hacía corredores de larga distancia, sí podían hacer cortas y rápidas carreras persecutorias o escapistas; eran sobre todo caminantes de largas distancias. Estudios anatómicos han determinado que el neandertal podía articular una fonética limitada respecto a la nuestra por la ubicación de la laringe. La expectativa de vida de un miembro adulto en un medio ambiente tan extremo, riguroso y hostil no sobrepasaba los 40 años en los hombres y 30 en las mujeres. Dejar constancia de que fueron el primer grupo humano que enterró a sus muertos y de que poseemos un pequeño porcentaje de genes neandertales.

Y con esto volvemos al protagonista de la historia: la cueva.


Las ocupaciones de la cueva se producen en momentos de lluvias crecientes con zonas encharcadas y corrientes de agua por el interior de la cueva. Con posterioridad hay sucesivas avenidas que transportan y resedimentan los materiales reflejo de estas ocupaciones junto a los detríticos y químicos. Es entonces cuando se distinguen arcillas rojas de descalcificación con material disperso tipo grava, cantos calcáreos retrabajados del nivel inferior, huesos, industria lítica, pisolitos (precipitaciones de calcita) y estalactitas caídas.

Fondo de la cueva

Como ya hemos dicho, los trabajos arqueológicos encontraron varios restos óseos, tres piezas líticas. Se encuentra material arqueológico en posición original. Como nota curiosa indicar que se recuperaron 28 fragmentos cerámicos pertenecientes a una ollita y un trozo de asa del periodo altomedieval cristiano con tradición indígena (s. X-XI). Junto con las piezas cerámicas se encuentran los restos óseos de un cordero o cabra joven.


En las diferentes catas se han encontrado restos de osos, pantera, rinoceronte cérvidos y restos instrumentales, o trazas de intervención homínida (marcas de corte o percusión, fragmentos quemados). Pero no nos confundamos, lo que predominan son herbívoros de talla media (cérvidos), abundan los restos de individuos de talla algo inferior (corzos y/o caprinos) y apenas están representados (10 restos) las especies de más de 300 kg (équidos adultos y rinocerontes). Del análisis de los restos dentarios de un caballo se obtuvo una datación del Pleistoceno superior.

La ausencia, entre las especies identificadas, de los depredadores es engañosa. Los carnívoros se identifican por las señales de sus mordeduras sobre las superficies óseas, mientras que los homínidos se reconocen por los productos alimenticios y las señales de consumo. Constan superposiciones de marcas de diente sobre corte. Y hay huesos digeridos y mordidos. Se han encontrado marcas que podrían ser de un cánido de la talla del zorro, de un lobo y de otro carnívoro grande. Las del zorro se producirían sobre la basura generada por los humanos. Un oportunista que aprovechaba las ausencias, más o menos largas, de los neandertales.

(Cortesía: Facebook Cueva Prado Vargas)

Las marcas de corte en los huesos son abundantes e indican que el consumo de carne era la actividad casi exclusiva. La ausencia de marcas de desarticulación se debería a un desmembramiento en el exterior de la cueva. El análisis de los patrones de estacionalidad establece que rebecos y ciervos fueron aportados en invierno y primavera.

Constatamos la existencia de hogares en Prado Vargas gracias a los restos de huesos quemados porque significaría que los huesos quemados se lanzaron al fuego tras sacarles la médula.


Algunos huesos pueden catalogarse como compresores o retocadores y otros presentan desconchados reiterados en sus bordes que reabren el debate sobre industria ósea en el Paleolítico medio. Los retocadores están hechos con la diáfisis –parte tubular de un hueso largo- de cérvidos o animales de su talla. Dos son metatarsos, dos son de húmeros y uno es una tibia. Presentan cortes y depresiones en un área muy concreta de la diáfisis, que interpretamos como resultantes del proceso de golpeo de materias líticas. Son estos animales los elegidos porque los cérvidos son lo mejor que tienen para hacer herramientas. Esto plantea la hipótesis que pudo darse una conversión de fragmentos de consumo para actividades tecnológicas, tanto inmediatas como diferidas en el tiempo.

En Prado Vargas se han obtenido un total de 94 piezas líticas, de las cuales 90 pertenecen a la cata "alfa" (única referencia que hacemos a las catas realizadas). Se documentan muestras de sílex, cuarcita, caliza silicificada y lutita. El material lítico no presenta evidencias de rodamiento pero sí aparece deshidratado, denotando su exposición en la superficie de la cavidad a agentes como el agua que le confieren una pátina característica.


La materia prima más utilizada, el sílex, es autóctona y está en las inmediaciones de la cueva. Una de las muestras, de origen local, aparece rodada y con cúpulas típicas de fricción con otros materiales por lo que se deduce que fue transportada por un río. ¡Blanco y en botella! El cauce del río Trema está a poco metros.

La lutita, en cambio, es un material utilizado con cierta frecuencia en asentamientos cantábricos como El Esquilleu, en niveles de ocupación correspondientes a momentos climáticos cálidos y húmedos.

Se dispone de 90 lascas, retocados y núcleos líticos. Todos los ejemplares están agotados. Las lascas son en su mayoría de sílex aunque también aparecen dos de cuarcita y una de caliza. Al menos un 30% presentan huellas de uso y un 42% aparecen fracturadas. Por lo que respecta al facetado: mayoría unifacetados seguidos, por este orden, de bifacetados, no facetados y una pieza con el talón multifacetado. El tamaño de las lascas es micro o pequeño.

(Cortesía: Facebook Cueva Prado Vargas)

De lo que más hay son raederas seguidas por denticulados entre los que destacan una punta, muescas y escotaduras. Entre las raederas, todas laterales, destaca una con retoque quina y otra con retoque escamoso. Y es precisamente en el caso de las raederas (vulgo: raspadores) en donde se observa el reciclado de piedras. En Prado Vargas se documenta la reutilización de objetos en tres casos: un fragmento de sílex sobre el que se ha configurado una raedera; un núcleo reciclado en una raedera; y un reciclado sobre lasca retocada (raedera) en otro útil (muesca).

Sabemos que con los sistemas discoide y Quina se consiguen soportes más espesos y así se alarga la vida de los útiles (retocados o no). En definitiva, observamos cómo mientras en las cavidades se almacena materia prima que se explota en cada una de las visitas, en los asentamientos al aire libre ocurrirá igual, pero al estar localizados sobre las propias áreas de captación, no hay un reciclado tan brutal de los objetos, dada la abundancia de materia prima.

De esta manera pequeñez de los objetos líticos es consecuencia de las estrategias de movilidad y patrones de asentamiento de los neandertales, y quizá aquí también haya que ver una evolución tecnológica hacia formas del periodo posterior.

(Cortesía: Facebook Cueva Prado Vargas)

¿Qué nos dijo todo esto? Pues, preponderancia de sílex entre los materiales de uso y que se recogían en el entorno. Se trabajaban fuera de la cueva pero se llevaban dentro, quizá pensando en el futuro. La tecnología es musteriense con explotación centrípeta, lascas pequeñas, clara preponderancia de las raederas dentro del grupo de retocados y con técnica levallois también representada.

Sin embargo, los restos de talla (sílex) recuperados hablan de esta actividad también dentro de la cavidad, es decir, que hay producción exterior, producción en cueva (configuración de filos), uso y abandono.

En resumen, en Prado Vargas se introducen elementos ya reducidos pero pueden seguir siendo gestionados en la  cueva, además de la reactivación de filos y el retoque de las. Por todo ello, la cueva no parece un cubil de carnívoros ni un sitio frecuentado por ellos. El establecimiento de alguna cama de oso y el ingreso de humanos, junto a una rápida sedimentación, puede que no facilitaran el paso de otros predadores para aprovechar nutrientes animales. La actividad animal parece haber sido más carroñera que cazadora. Iban cuando los humanos marchaban a ver que caía como si fuesen pequeños mamíferos en un camping. ¿De verdad era así? Los investigadores se basan en que se han observado diferentes pátinas en los restos animales de un mismo paquete sedimentario.


La acción de los carnívoros sobre los yacimientos no sólo nos sugiere que las ocupaciones antrópicas en los sitios fueron cortas, sino que además debía haber una cierta competencia por habitarlos.

Lo que si podemos asegurar, es que visitada en una ocasión o en varias, en Prado Vargas se consumen animales cuyos cadáveres se han desmembrado en el exterior, y que el grupo que la visita lleva consigo herramientas ya fabricadas que utiliza dentro de la cueva, retocando o reavivando sus filos en ocasiones. El uso del fuego en actividades domésticas está atestiguado por varios fragmentos óseos quemados, aunque por el momento no se ha documentado ningún hogar.

Más o menos en un momento simultáneo a la ocupación humana, en la cueva hiberna un oso de las cavernas inmaduro que muere durante este periodo, y de cuya osera quedan trazas en las cuadrículas más interiores.



Bibliografía:

“Prado Vargas y la variabilidad tecnológica a finales del Paleolítico Medio en la meseta norte” Marta Navazo y J. Carlos Díez.
“ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA DURANTE EL PALEOLÍTICO MEDIO EN LA SUBMESETA NORTE. LA CUEVA CORAZÓN (MAVE, PALENCIA) José YRAVEDRA SÁINZ DE LOS TERREROS, Fernando DÍEZ MARTÍN, Policarpo SÁNCHEZ YUSTOS, Diana GÓMEZ DE LA RÚA, Isabel DÍAZ MUÑOZ y José Ángel GÓMEZ GONZÁLEZ.
“LA EXPLOTACIÓN DE RECURSOS ANIMALES DURANTE EL PALEOLÍTICO MEDIO EN EL INTERIOR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA” por José Yravedra y Pablo López Cisneros
“EXCAVACIÓN DE LA CUEVA DE PRADO VARGAS, CORNEJO (BURGOS-ESPAÑA) 1986 por T. DE TORRES PÉREZ-HIDALGO; B. RODRÍGUEZ MUERE; P. GONZÁLEZ ALVARO.
“La cueva de Prado Vargas. Un yacimiento del Paleolítico Medio en el sur de la Cordillera Cantábrica”. Marta NAVAZO, J. Carlos DÍEZ, Trinidad TORRES, Álvaro COLINA y José E. ORTIZ.
Revista “Desperta Ferro Arqueología” Neandertales.


A María del Pilar.

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