Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 4 de abril de 2016

La Sal de la vida (en Salinas de Rosío)

Es algo evidente que esta población pertenece al club de lugares habitados desde hace un par de miles de años. La razón está en su subsuelo: la sal. Este condimento se ha venido empleando principalmente para conservar alimentos y aliñarlos pero tenía otros empleos como el ser moneda de cambio (literalmente).

Por ello los lugares como Poza de la Sal, Salinas de Añana y Salinas de Rosío eran tan importantes. Enclaves blanqueados por la sal puesta a secar… claro que en el caso de nuestro pueblo hoy es difícil de imaginarlo. Quien se acerque en busca de las eras salineras no encontrará nada. Bueno, un pozo de extracción de salmuera que carece del atractivo que irradian las otras dos poblaciones salineras de La Bureba y de Álava.

Mosaico romano en Salinas de rosío

Pero acerquémonos al tema desde el remoto pasado. Estoy seguro que los hijos de la loba no descubrieron el emplazamiento y que, probablemente, sería conocido por Autrigones y Cántabros. Pero será Roma la que lo explote según el estilo mediterráneo. Prueba de ello sería el rastro arqueológico de Las Molleras que estudió, allá por los 70, el profesor J. A. Abásolo.

Este yacimiento lo encontramos a orillas del río Salón –denominado así por esa característica en sus aguas-, ocupando una laderita al oeste del río. Las excavaciones localizaron una habitación de, al menos, 18`90 por 12`18 metros. Con 14 columnas, cinco en los lados grandes y cuatro en los pequeños era, tal vez, un lugar público donde se realizaban operaciones comerciales de venta de la sal a escasos metros de la calzada que desde la costa avanzaba hacia el valle del Ebro. Datado en la segunda mitad del siglo II d. C. o a inicios del III.

Casi seguro que el emplazamiento continuó habitado durante el Bajo Imperio, el reino Visigodo, el corto periodo andalusí (unos 40 años) y la reconquista inicial de la Alta Edad Media. A pesar de las aceifas con que el reino musulmán del sur asolaba las tierras de Castilla Vieja, Las Merindades, y que no olvidarían Salinas de Rosío y su preciada sal. Claro que uno de los principales problemas que aparece sobre las aceifas es que en los documentos moros los nombres de los lugares son difícilmente identificables. El grafismo musulmán -diferente al cristiano- con los errores de ubicación dificultan la tarea de determinar los lugares saqueados.

Relación de salineros del Catastro de Ensenada

Podríamos asegurar que este pueblo sufrió, al menos, las aceifas de 836, 863, 865 y todas aquellas que se internasen a través de la calzada romana citada porque atravesaba esta población.

Avanzando los años el rey Alfonso VIII asignó a la catedral de Burgos, y a su obispo, la décima parte de toda la renta de las salinas de Salinas de Rosío en el lejano año de 1190 “in perpetuum et irrevocabiliter percipiendam”. El uno de Abril de 1192 recurre este rey, nuevamente, a estas salinas para el monasterio de Oña. Le otorga 160 maravedís para su ropero. A su vez, 160 almudes de sal (según medida de Burgos) y 100 maravedís, ambos anuales, a cambio de las eras de sal de ese monasterio en Rosío y Poza. Lo otorgó el Abad Pedro a cambio de “Áureos” no “maravedíes”, solo como curiosidad.


También recurrió a las rentas de la sal de este pueblo doña Blanca de Portugal, hija del rey Alfonso IV de ese país. Retirada en el monasterio de Las Huelgas Reales de Burgos dejó ordenado un aniversario en la catedral fundamentado en Salinas de Rosío, de donde fue señora, tras su muerte el 17 de abril de 1321.


Algo así explica el Becerro de Behetrías que nos dice que este pueblo era de Realengo y de la orden de San Juan. De cada fanega de sal el rey cobraba solo dos maravedís porque eran, las salinas, del monasterio de Las Huelgas de Burgos y de otros herederos.


No fueron los únicos que aprovecharon el potencial económico de estas salinas y el Buen Conde de Haro, para el mantenimiento del Hospital de Medina, determinó que, entre otras variadas fuentes, se entregasen 50 fanegas de sal.


Y, por terminar el tema, dejaremos constancia de la Escritura otorgada por Doña Sancha García, ampliando la de fundación del Convento de Santa Clara: “E otrosí yo la dicha Doña Sancha otorgo quedo en donadlo a Vos las dichas Dueñas del dicho monasterio de Sta. Clara de Medina para las que son y serán de aquí adelante las heras de facer sal que yo la dicha Doña Sancha e en Salinas de Rosío que fueron de fijos de Juan Díaz las que fasta hoy día que rentan en cuantía de dos mil seiscientos maravedís”.


En el momento del catastro del Marqués de la Ensenada (1750-1754) el pueblo tenía 36 vecinos de los cuales la mayoría eran agricultores por cuenta propia, sin jornaleros, y salineros que estaban distribuidos en 104 concesiones. De la sal, que es el tema del día, se extraían unas 19.600 fanegas (55´50 litros/fanega). Tengamos en cuenta que en aquellos tiempos la Real Hacienda pagaba 60`50 maravedís por fanega de sal. Eso daba un flujo hacia la población de unos 34.900 reales de vellón al año. ¡Un pico!


Será por ello que el rey Carlos III quiso mejorar las comunicaciones entre Salinas de Rosío y la ciudad cántabra de Laredo desde donde esta sal abastecía los mercados de Vizcaya, Asturias, Galicia, Francia, Inglaterra y Holanda. El camino, por el que los ingenieros calcularon el paso de hasta 8 millones de kilogramos de sal al año en las más de 300 carretas alistadas para realizar esta ruta, nacía en Salinas para continuar por Tabliega, El Ribero, Villasante y Agüera de Montija, en Burgos. De ahí se adentraba en la cuenca del Asón hasta llegar a Laredo.


La guerra de la independencia llevó a que fuese el guerrillero Longa el que gestionase las salinas como representante del gobierno de Cádiz. Lo mismo hizo con las otras dos salineras de la zona. Preservó las salinas y los ingresos que generaban. O algo por el estilo.

Saltemos hasta el “Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826-1829)” de Sebastián Miñano y Bedoya que apuntaba la existencia de un hospital y fijaba la población en 54 vecinos que no eran suficientes para trabajar las salinas.

"Venta de sal" 

La primera guerra carlista también afectó al negocio de la sal en Las Merindades, o a su gestión y uso. Muestra de ello es el siguiente escrito de Juan Fernández Tello donde les recomiendo no se pierdan los argumentos y justificaciones:

“Excmo. Sr.: Ayer a las once de la noche recibí por extraordinario la soberana resolución de S. M. que V. E. se sirve comunicarme con fecha primero del actual, y en la que a resultas de quejas producidas por el intendente de Burgos y administrador general de rentas estancadas, quiere S. M. que se suspenda el estipendio de la sal que yo dispuse de las existencias de Salinas de Rosío.

Doy mis oportunas disposiciones a fin de que tenga cumplido efecto lo voluntad Real que profundamente venero; pero como V. E. al trasladarme la Real orden se sirve manifestarme de la misma augusta procedencia que S. M. espera que en lo sucesivo me cuide de no disponer medidas de esta especie que tanto perjudican a los intereses de la nación, y cuyas consecuencias pueden ser sumamente desagradables; espero que V. E. se sirva hacer presente a la augusta Gobernadora cuanto a continuación expresaré, bien seguro por mi parte de que S. M. estimará en más las fatales consecuencias que pueden sobrevenir del estado desgraciado de estas tropas, que las que ofrecer pudiera la venta de sal, no inventada por mí y ya acontecida por disposición del señor capitán general de Aragón en el año pasado; sin que tal vez fuesen iguales a los presentes los apuros que justificaron su conducta.

Noria Salinera por Xochitl Guevara, México, (2014)

Al encargarme del mando de este cuerpo de ejército en 19 del anterior, todos los jefes me manifestaron que estaban socorridos con diez cuartos para la clase de tropa y media paga para los oficiales hasta fin de abril; que en fondos, sin recursos de ningún género, viviendo en un país miserable, no daban al soldado ni dos cuartos diarios con que pudiese aquel condimentar la ración de menestra, a que estaban atenidos oficiales y tropa, siendo la necesidad extrema y el disgusto y la murmuración general. Los quintos, inclusos en el mismo presupuesto, estaban pagados por iguales proporciones; pero sin el recurso de la ración de menestra perecían de necesidad; y en el depósito de Miraveché había en 27 del próximo pasado 50 hombres exánimes, espirando de miseria, faltos absolutamente de alimento. Del hospital de Balmaseda desapareció el contratista y demás dependientes por falta de recursos; el de Medina de Pomar tocaba igual extremo; y ciertamente los ojos de la augusta, de la magnánima CRISTINA habrían derramado lágrimas de profundo dolor, viendo a los que 15 días antes vertieron su sangre por el Trono de ISABEL II y la libertad Nacional, carecer de alimento; sin vendajes, sin hilas con que curar sus honrosas heridas, tendidos en jergones podridos, sin cabezales, con sábanas llenas de sangre y de inmundicia; y causándoles más dolor que sus heridas el lechó que la patria les ofrecía, el lecho que compraron con su sangre generosa y su ardor en el combate: no la sal, el mejor diamante de la corona de Castilla, mi vida y mi libertad personal hubiera vendido, si compradores encontrara.



La fortificación de Balmaseda, baluarte donde descansa la seguridad de las Castillas, objeto privilegiado del enemigo, y cuya situación en la extrema izquierda de la línea merece un particular cuidado, que mal podría yo llevar a efecto con 1200 hombres de operaciones, iba a paralizar sus trabajos, como habrá sucedido a esta fecha por la misma genérica universal razón. Antes que ver al soldado sin sobras, sin un solo cuarto al día, antes de ver disueltos los depósitos de quintos establecidos en La Bureba; antes que se aprovechen las proclamas, las malignas seducciones que el enemigo asesta, más que en otra alguna en la presente ocasión, cuyas condiciones conoce sobradamente; antes que dejar perecer los que enfermaron, los que regaron con su sangre la legitimidad de ISABEL II; antes que dar lugar a un golpe desgraciado del enemigo sobre un objetivo de que no separa sus ojos; persuadido altamente de que podrían resultar males sin cuento de mi carácter altamente delicado, preferí mandar vender las existencias de Salinas de Rosío, expuestas a ser saqueadas por el enemigo , como sucedió en el año anterior; pero sin perder de vista los intereses nacionales, de que soy celoso inspector, y por cuyo aumento y gloría haciné servicios infatigables no desconocidos a mi Patria.

Cuidadoso de evitar el fraude, así como de fijar el precio más arreglado a los intereses de la Hacienda, mandé que se nombrase un interventor de la operación proyectada, y que se acordase entre el ordenador de este ejército y el administrador de Salinas el precio a que podría venderse sin que sufriese menoscabo la Hacienda; se me dijo que a 58 reales/fanega estaba prevenida su venta; pero que era de cuenta de la renta su trasporte a los estancos del interior, y deducidos estos vendría a quedar casi al nivel vendida a 40 en los almacenes de salinas de Rosío.



No vi pérdida en esto como V. E. tampoco la verá; pero no cesaba de temer las consecuencias que pudiesen ofrecer soldados que cuentan 36 días sin socorros al frente del enemigo, en una guerra intestina en que se defienden legitimidad de derechos y excelencia de principios. Yo al frente de este ejército soy el solo responsable a S. M. y a la Patria de cuantos acontecimientos tengan lugar en él; pero si la vista del enemigo no me intimida, si vivo con descanso en medio de sus planes, y de mi difícil posición militar, me arredra la idea de no poder acudir al soldado en tan extrema necesidad; y yo faltaría a lo que debo a S. M., a mis tropas, y a mi reputación, si no manifestase a V. E. que no reúno dotes suficientes para ser garante del orden, del concierto en las actuales circunstancias, en que por tantos y tan distintos como repetidos conceptos se tienta la fidelidad de las tropas , y en que por desgracia hay tantos motivos para temer que puedan aprovecharse de nuestra crítica situación.


Sin embargo de que por el conducto de ordenanza pido una dimisión que fundo en las razones que llevo ofrecidas, ruego a V. E. que al dar cuenta a S. M. de los motivos que tuvieron lugar a que dispusiese la venta de la sal, le manifieste los mismos en que apoyo mi determinación de no poder continuar al frente de estas tropas, cuando no se las acude, y se me imposibilite el hacerlo por medios a otros jefes otorgados en circunstancias de menos consideración y trascendencia.

Dios,&c. Cuartel general de Villasana, 4 de Junio de 1836.
Excmo. Sr.-Juan Tello.
Excelentísimo Señor secretario de Estado y del despacho de Guerra”.

Parece una defensa ante la necesidad de vender la sal por fuera de los circuitos regulares y, por ello, sin pagar los impuestos de un producto monopolizado de venta regulada.

Subrayemos lo de que era una venta sujeta al férreo control del estado porque, por ello, se nombraban administradores como Francisco del Valle, administrador subalterno de rentas de Medina de Pomar o el administrador Juan Ugarte de Salinas de Rosío. Por cierto, ambos cesados el 22 de Enero de 1853. Claro que este segundo caballero volvió a ser nombrado para el mismo cargo en fecha posterior… para volver a caer en desgracia en septiembre de 1858.


Pero, tristemente, la designación de los administradores estaba sujeta al amiguismo, al clientelismo o a intereses poco claros. Por ello “El Clamor Público” bramaba el 18 de Octubre de 1854 en contra de esos malos usos en la gestión de las explotaciones salineras:

“La empleomanía es el obstáculo principal del régimen representativo en nuestra Nación: de ella nacen casi todos las perturbaciones, más o menos directamente, y acabará con el edificio constitucional, labrando antes su descrédito completo si no se la pone coto. ¿Cómo han de cercenarse los presupuestos ni suprimirse contribuciones y otros establecimientos perjudiciales si los primeros funcionarios de la Nación y los que pasan por el concepto de más liberales, se hallan apegados a los abusos por los malos hábitos de un egoísmo indigno? Las Cortes deberán ocuparse inmediata y muy severamente de este asunto, pues si muy pronto no se destruye la epidemia, somos perdidos.

En estos días, y como si no hubiera un número harto excesivo de exigencias, fundadas en antecedentes más o menos legítimos, pero lógicas siquiera, se ha dado la plaza de inspector de las salinas de Rosío a un mozo imberbe y de antecedentes negativos. También se ha concedido la administración de Correos de Lanestosa a otro sobrino de dicho señor, cuyos servicios se ignoran. Siguiendo pues por la senda de tan anárquico despilfarro, preciso será repetir: somos perdidos”.

¡Qué moderno! ¿Verdad? La pena es que el periódico no dejaba constancia del nombre de sujeto. ¿Quién sería?

Nueva iglesia tras el derrumbe de la preexistente y que tanto
atrajo al militar italiano Sandri

El diccionario Madoz explicaba que el pueblo tenía buenas casas. De hecho, –indicaba- que una de ellas era una construcción recia destinada a almacén de la sal. El río Salón abrazaba las eras de las salinas y la sal se sacaba de un pozo de 30 pies de profundidad gracias a una maquina similar a una noria. Por supuesto, nos hablaba de que existía una escuela de instrucción primaria con 40 alumnos y realzaba la iglesia parroquial de San Juan Bautista. En esa fecha el pueblo tenía 94 residentes.

En 1876, tras la tercera carlistada, la Salina de Rosío producía 10.138 quintales métricos, con 40 hombres, 10 mujeres y 10 muchachos, trabajando que ganaban 1,25 pesetas los hombres y 0,56 pesetas de jornal los otros grupos.

Nomenclátor de 1950 donde figuran los residentes
que tenía, en esos momentos, Salinas de Rosío 

Si nos fiamos de los datos de Poza de la Sal, y suponemos similares destinos para la venta, podríamos decir que, por entonces, la de Salinas de Rosío se consumiría en: Burgos, Valladolid, Palencia, León y Zamora, costando una peseta el trasporte del quintal métrico a la estación de Briviesca (única vía existente), de donde la conducían por tren, según tarifa general de 0,55 reales, por tonelada y kilómetro.

La entrada del siglo XX nos informa de la situación del pueblo. Para 1905, los 269 habitantes se apuntaban la fabricación de sal, de la que exportaban anualmente 20,000 quintales. La situación permanecía estable en 1908, aun cuando habían cambiado de municipio. ¿Y en 1911? Pues, lo mismo.

Situación actual de las eras salineras

La producción avanzó por el siglo XX con normalidad. Una estampa de esa situación es la que retrató el legionario italiano Guglielmo Sandri durante la estancia de los soldados voluntarios de Mussolini en el frente del norte. En una serie de ocho fotografías refleja calles, iglesia, vida y producción salinera de la población en aquel lejano 1937.

Fotografía de Sandri donde se ve uno de los chozos (1937)
Cortesía de Relatos en Las Merindades

En los documentos industriales de 1954 seguían constando tanto Poza de la Sal como “Salinillas” de Rosío como ricos yacimientos de sal gema. Poco le quedaba a esta industria.

¿Dónde están los que viviesen pegados al pingoste, al rodillo, a la regadera y a la argarilla? Residen en el pasado. Solo nos quedan amarillos recuerdos del único manantial –la noria- que citaba el diccionario Madoz.

La noria tenía dos ruedas que se movían con caballerías. Una horizontal y otra vertical con los cazos, los colodros, que sacaban el agua del manantial para ser dirigida a los siete pozos: cuatro muy grandes y tres regulares.


Con el pingoste (palo con una cuerda y un balde atado a su extremo) se trasladaba el agua a otros pozos más pequeños que estaban en las eras. El último paso era verterlo en las eras para lo que se empleaba una regadera.

Una vez evaporada el agua de la salmuera la sal depositada se recogía con un rodillo y con las angarillas se llevaba a las construcciones de piedra, chozos, del centro de las eras.

Después salía a los diferentes mercados, locales y alejados, e incluso a mezclarse con la producción de Poza de la Sal y Salinas de Añana. Qué cosas.


La pedanía medinesa de Salinas de Rosío cuenta en la actualidad con 16 personas censadas y difícilmente podemos hacernos una idea de lo que fue.



Bibliografía:

Becerro de Behetrías.
Catastro del Marqués de Ensenada.
Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración.
“España Sagrada” de Enrique Flórez (1771)
Anuario Riera
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” por Julián García Sainz de baranda.
Apuntes sobre historia de las antiguas Merindades de Castilla
Periódico “El Católico”
Periódico “El Clamor Público”
Periódico “El Español”
Compendio de la historia de Burgos por Antonio Buitrago Romero
Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto Nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” de Pascual Madoz.
Diccionario Miñano.
Periódico “La Época”
“Guía General de Burgos” por Antonio Buitrago y Romero.
Boletín Oficial de la Provincia de Santander
“Guglielmo Sandri en Las Merindades. La guerra civil tras la cámara del teniente italiano”
“Burgos en el recuerdo” de Elías Rubio Marcos.
Diario de Burgos.
“Batallas en Las Merindades” de Felipe González López y Aitor Lizarazu Pérez.


2 comentarios:

  1. un poco de historia sobre mi pueblo y la importancia que tuvo en el pasado, por su sal.

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  2. un poco de historia sobre mi pueblo y la importancia que tuvo en el pasado, por su sal.

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