Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 18 de abril de 2016

Don Francisco Pascual de Hoyos Saraviedra, Larabiedra o Laraviedra (A saber)

Debemos caer hasta el siglo XVIII cuando, gracias a Zenón de Somadevilla, Marqués de la Ensenada, se estimuló la ciencia, la investigación y la marina. Se creó la escuela de guardias marinas de Cádiz, la Naval de Cádiz. De sus aulas saldrán Valdés, Patiño, Ulloa, Lángara, Mazarredo, Tofiño, Barceló, Gravina y Churruca. ¡Un mundo de oportunidades para las mentes científicas y aventureras!

Casa señorial de Araduenga

Y una oportunidad para un mozo de tierra adentro (no mucho, ciertamente) que había nacido en Araduenga, junto a Santa María del Llano –a cuya parroquia pertenecía-, Valle de Mena, Las Merindades, el 18 de Mayo de 1786. Este íntimo pueblecito está enclavado en el Valle de Tudela, en la falda norte de Peña Mayor, casi en Álava. Sus padres fueron don Manuel Florencio de Hoyos y Llanos y doña Francisca de Larabiedra, Laraviedra o Saraviedra, a elegir. Claro que no permaneció muchos años en el lugar porque, tras unos estudios básicos y la existencia de parientes en buena posición en Cádiz, para allá abajo le mandaron sus padres.


Esos parientes, probablemente por parte de madre, serían Francisco Ángel y Manuel Ubaldo de Larabiedra que eran hijos de Francisco de Larabiedra y rivacoba. Constan en Cádiz al existir en la “Gazeta de Gerona” del 2 de agosto de 1793 – en un periodo de guerra con Francia- una oferta patriótica de Francisco y Manuel Larabiedra. Fíjense que el nombre de uno de ellos coincide con el del protagonista de hoy. Bueno, pues estos hermanos se dedicaban al comercio en la tacita de plata (¡eureka!) y debían tener dinero porque, aparte de ayudar en la oferta de 20 millones de reales hecha por todo el comercio; colaboraban en la suscripción del vecindario gaditano para la manutención de un regimiento; en dos suscripciones para enganches y gratificaciones para voluntarios; cubrían el coste de tres soldados durante esa guerra.

Descubrió el mar y las oportunidades de la gran metrópoli que era esta ciudad. Consiguió sentar plaza de guardia marina en la Escuela Naval gaditana el día 14 de julio de 1800. Es decir, con catorce añitos. Su expediente fue el 2.158.

Navío de Línea de 112 cañones

En palabras suyas: Llamado por una irresistible inclinación a la noble profesión de las armas, en la Marina militar ingresé en ella desde muy joven, y tanto, que ya a los 15 años de edad, había presenciado las imponentes escenas de las tempestades y el rudo y destructor aspecto de los combates navales”.

Aprobados los exámenes teóricos embarcó en 4 de septiembre de 1800 en el navío “Atlante” para vivir un periodo de aventuras y desventuras navales, vitalmente apasionantes, gracias a los pactos de familia con Francia, su revolución e Inglaterra… El 1 de diciembre de 1800, tres meses después, desembarcó por desarme del barco y subió a bordo de la fragata“Sabina”.

Combate de Algeciras

La “Sabina” formaba parte de la flota del general Juan Joaquín Moreno y esto le permitió que, tras zarpar en derrota desde el puerto de Algeciras el 1 de julio de 1801 para proteger y auxiliar a la escuadra francesa del contralmirante Linois, bloqueada por los ingleses en Algeciras. Rompen el cerco, y regresan ambas flotas a Cádiz. El 12 de julio combaten en aguas del estrecho a la flota inglesa del almirante Saumarez… que ganó.

Antoine Maurin Linois

Se perdieron el combate fratricida de los navíos “Real Carlos” y “San Hermenegildo”, de tres puentes. La fragata de Hoyos, que circunstancialmente llevaba al almirante Moreno, arribó bien a Cádiz. Aquella salida fue el primer hecho de armas de la carrera militar del futuro general.

Vicealmirante James Saumarez

En septiembre de 1801 embarcó en la balandra“Pitt” donde permanece hasta mayo de 1802 cuando embarca en el “Santo Domingo” hacia Nueva España, arribando a Veracruz; luego a la Habana donde trasborda a la urca “Presentación”; y regreso a Veracruz. En esta ciudad le informan de su ascenso a alférez de fragata con fecha del 5 de octubre siguiente. Este navío le llevará hasta Cádiz fondeando allí el 28 de junio de 1803.

No paraba: zarpó rumbo a Ferrol arribando el 21 de agosto; el 4 de noviembre a Cartagena donde fondeará el 19 de ese mes; el 3 de enero de 1804 vuelta a Ferrol; luego a la bahía de Cádiz el 11 de abril; el 31 continuo vuelta hacia La Coruña y Ferrol; descenso a Cádiz el 13 de septiembre; y, finalmente, desembarca para ser destinado a los batallones de Infantería de Marina.

Federico Gravina y Napoli

El 28 de febrero de 1805 le ordenan embarcar en el “San Rafael”, de la escuadra combinada del general Gravina y del almirante francés Villeneuve. Un destino que le pondría en la historia. Al salir de la bahía de Cádiz hacia la Martinica (9 de abril) varó en el bajo de la Cabezuela. Con la primera pleamar navegó hacia el Arsenal de La Carraca para una reparación de urgencia. Zarpó al día siguiente.

En Martinica mandará la lancha armada del “San Rafael” bajo el mando del capitán de fragata don Rosendo Porlier. Participó en el asalto al fuerte del Diamante. Lo tomaron, claro.

Fuerte San Rafael del Diamante

El viaje de vuelta a España será difícil. La escuadra combinada iba rumbo a Ferrol cuando, el 22 de julio, combaten en el cabo Finisterre contra el almirante británico Calder. El buque de Francisco de Hornos es apresado y la tripulación llevada a Portmouth (Reino Unido). No estará mucho tiempo al ser canjeado tras Trafalgar. Estará en su Departamento el 1 de febrero de 1806 y asumirá un destino en los batallones de Infantería de Marina. Al poco será elegido como Ayudante del arsenal de La Carraca.

Una situación kafkiana, que no se repetirían hasta 1943 cuando Italia logró participar en los dos lados de una guerra, se produjo tras el 2 de mayo de 1808. En ese momento los restos de la escuadra del aliado se tornarán enemigos. El general don Juan Ruiz de Apodaca atacará entre los días 9 a 14 de junio. El hijo de Las Merindades participará -¡Y de qué manera!- en esta victoria sobre los restos de la flota francesa.

Juan Ruiz de Apodaca

Trasladémonos a ese Junio de 1808, dos días después del primer combate con la escuadra francesa encerrada en Cádiz, a ocho cables de la Carraca. El alférez de fragata Francisco de Hoyos se presentó al General Moreno para manifestarle que era imprescindible hundir uno o dos buques de grueso porte lo más distante que ser pudiera de la batería del ángulo del parque, y en dirección al punto donde estaban anclados los enemigos, para así impedir que los franceses buscasen prolongar la resistencia trasladándose –gracias a los vientos virazones- al Gaño de la Carraca. Allí situados cortarían la comunicación del arsenal con tierra firme y le hubiera hecho dueños de una posición inexpugnable.

Hubiera sido muy difícil doblegar a una combinada línea de más de doscientos cañones de grueso calibre por cada banda, estando tripulados por 4,000 veteranos, y con víveres para tres meses. Amén de la posibilidad de que incendiasen el arsenal. Por ello se siguió el consejo de nuestro protagonista y la escuadra francesa terminó rindiéndose.

Bahía de Cádiz

Ya no había bloqueo hispano-británico y Francisco de Hoyos embarcará el 1 de agosto en el “Príncipe de Asturias”, luego en el “San Fulgencio” para enfilar el 1 de diciembre el Callao. Volverá a Cádiz con caudales el 17 de agosto de 1809. Entonces le notificarán su ascenso al grado de alférez de navío.

El 9 de septiembre trasbordó al navío “San PedroAlcántara” que iniciará un tornaviaje el 16 de octubre con destino al Callao. Arribar y enfermar fue todo uno y eso le obligó a desembarcar, al recuperarse, por orden del 4 de enero de 1810 será nombrado Ayudante de la Mayoría General del apostadero, donde terminó de restablecer su salud.

Puerto del Callao (principios s. XIX)

Volvió a embarcar, ahora en la fragata “Astrea” y, al poco, a la “Castor” en busca de capitales para pagar al ejército del alto Perú. Luego volvió a zarpar en tres ocasiones con rumbo a Panamá.

En julio de 1813 pasa al bergantín “Potrillo”, zarpando en persecución de la fragata “Limeña”, cuya dotación se había amotinado e incorporado a las fuerzas navales chilenas, consiguiendo recuperarla. Eran los primeros coletazos de la emancipación de las provincias de la américa continental.


Por haberse perdido la ciudad de Concepción (chile) quedaron cortadas las comunicaciones con el ejército del virreinato del Perú, el 1 de enero de 1814 zarpó con su bergantín en conserva de la corbeta “Sebastiana”, transportando tropas con rumbo a las costas del Arauco donde desembarcaron como refuerzo. ¿Después? A bloquear la bahía de Concepción. Setenta y dos días tardaron en recuperar la ciudad. Y la de Talcahuano. Ya había comunicación con Chile. Francisco de Hoyos será encargado de verificar los trabajos de fortificación de un refugio naval en la costa. Estableció cinco baterías entre el Morro de Talcahuano y el puerto de San Vicente.

Ese agosto trasborda al “Asía” y en septiembre pasa a la corbeta “Descubierta”,-la del viaje de Malaspina-  regresando al Callao el 1 de diciembre. El 9 de febrero de 1815 zarpó, en esa corbeta, con rumbo Manila fondeando el día 22 de junio. Allí le esperaba la Real orden del 30 de mayo de 1815 con su ascenso a teniente de fragata.

Navío San Rafael

Su salida de las Filipinas, 16 de enero de 1816, será un hecho memorable porque lo hará hacia occidente, doblando el cabo de Buena Esperanza, y fondeando en la bahía de Cádiz el 13 de mayo. No tuvo tiempo para celebraciones porque doce días después cruzaba entre los cabos de Santa María y San Vicente de patrulla.

El 15 de junio retorna al “Asia”, de la división al mando del brigadier don José Rodríguez de Arias, para participar en la misión diplomática a las regencias de Argel, Túnez y Trípoli. Sin desembarcar en España cruzaron entre los cabos de San Vicente y Santa María para llegarse hasta las islas Azores y proteger a los buques de América. En tierra se le entregó la Real orden del 26 de octubre de 1816 con su ascenso al grado de teniente de navío.

Arsenal de La Carraca

El 11 de septiembre de 1817 pasará a las órdenes del teniente general don Juan José Martínez, quien tenía orden de pasar inspección al Arsenal de La Carraca. Por Real orden del 21 de febrero de 1818 fue nombrado segundo comandante del convoy que realizó el viaje a Rusia, zarpando el 5 de abril con la fragata mercante “San Fernando”, trasladando de vuelta a las dotaciones rusas de los cinco navíos y tres fragatas comprados a aquel país, regresando a la bahía al mando de la fragata “Viva” (una de las regaladas por el Emperador) el 12 de octubre siguiente. Fue uno de los que comprobó cómo se las gastaba el rey felón y su camarilla al comprar barcos podridos para robar al erario público.

A finales de octubre de 1818 vuelve a Rusia dando escolta a los mercantes españoles “Carmen” y “San José”, al sueco “Delphin” y el danés “Irina” y transportando a la marinería que faltaba al puerto ruso de Kronshtadt en el mar Báltico. Las unidades de Francisco de Hoyos tocaron puerto el 26 de mayo de 1819 después de haber sufrido ciertos contratiempos. El Zar Alejandro I lo condecoró con la Cruz de cuarta clase de San Vladimir (Waldomiro encastellano). Será el 30 de enero de 1820 cuando toque Cádiz.

Navío San Genaro

El 3 de noviembre de 1818 había sido ascendido al grado de teniente de navío. El 12 de mayo de 1819 se le nombra segundo comandante de la fragata “Prueba”, zarpando bajo el mando del brigadier Rosendo Porlier con destino al Callao. Allí se intentó forzar el bloqueo de la escuadra de Cochrane y al no poder tomaron rumbo a Guayaquil donde fondeó después de cinco meses y medio de navegación ininterrumpida.

Francisco de Hoyos, enfermo, fue desembarcado. Cuando estuvo recuperado embarcó en la misma fragata que, zarpando de Guayaquil, persiguió y batió, varándola en la costa del Choco, a la fragata insurgente “Rosa de los Andes”, de 36 cañones, quedando tan destrozada que no volvió a navegar.


En Arica desembarcaron la artillería para su defensa, pasando mediado el mes de julio al Callao, quedando desembarco en el mes de agosto y siendo destinado como Ayudante del jefe de escuadra don AntonioVacaro, Comandante del apostadero.

Participó en los combates que tuvieron lugar en el Callao durante el bloqueo llevado a cabo por el almirante Cochrane. Tomada Lima por el ejército independentista nuestro protagonista regresó a Cádiz en la fragata mercante británica “Patricio”. Era el 20 de abril de 1822.

Estado militar de España 1835

El 12 de septiembre de 1822, en pleno Trienio Liberal, obtuvo dos años de licencia con medio sueldo. Podemos señalar que aquí empezará una nueva etapa de la vida de este andaluz de Las Merindades. Por Real orden del 11 de diciembre de 1824 fue nombrado Ayudante del Tercio de Sevilla y por R. O. del 16/XII/1824 se le concede el retiro sujeto a reglamento. Por R.O. del 25 de agosto de 1829 se le destina al Observatorio de la Marina como segundo astrónomo.

Con Isabel II -regencia de María Cristina y plena guerra carlista- se le concede (Real orden del 23/II/1837) los distintivos y honores de capitán de fragata y el 13 de abril de 1839 se le asciende al grado de capitán de navío. A petición propia, el 15 de mayo de 1840 regresa al servicio como “pasivo”, siéndole respetado el último grado obtenido.


Espartero, Regente del Reino, lo nombra el 4 de mayo de 1841 director interino del Colegio Naval de San Telmo. Por Orden del Regente del 18 de mayo de 1841 pasa a la clase de “activo”. El 13 de septiembre cesa en el cargo del colegio y el 16 de diciembre se le destina a los Tercios navales y se le confirma destino en el de Sevilla.


La mayoría de edad de Isabel II –una conjura palaciega- obliga a Francisco de Hoyos a rechazar el cambio y se traslada a Cádiz presentándose al Comandante General del Departamento. El 13 de noviembre de 1844, calmadas las aguas, obtiene el cargo de segundo jefe del Colegio Naval Militar que abriría sus puertas al año siguiente en la población de San Carlos.

Juan José Martínez de espinosa y Carrillo

Tendrá el rango de Brigadier con fecha del 10 de octubre de 1846 pero el 19 de diciembre queda relevado de su puesto. En agradecimiento S. M. Isabel II ordena se le hagan llegar las Reales Gracias.

Por Real orden del 4 de abril de 1848 se le nombra auxiliar del jefe de escuadra Juan José Martínez para la redacción de obras elementales para los aspirantes al Colegio Naval, obras suyas la mayor parte. Una R.O. del 9 de mayo se le comisiona para redactar un reglamento del cuerpo de Ingenieros de marina.

El 10 de junio de 1848 se le nombra Vocal de la Junta Consultiva de la Armada y el 14 se le nombra su Mayor General. Continua redactando el reglamento y las obras para el Colegio Naval y se le encarga la revisión de historiales de los marinos que deberían ser enterrados en el Panteón de Marinos Ilustres.

José Rodríguez de Árias y Álvarez de la Campana

Residiendo en Sevilla combatirá la asonada militar del 13 de mayo de 1848 lo que le conseguirá la Cruz de tercera clase dela Real y Militar Orden de San Fernando. Es en esta época cuando por su cultura y ciencia, a su vez, es elegido miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

De su pluma salió “Biografía de los marinos sevillanos: Tenientes Generales de la real Armada don Antonio de Ulloa y don José Espinosa Tello, del Capitán General don Cayetano Valdés y del Capitán de Navío don José de Mendoza Ríos”, que fue leída en la citada Academia Sevillana de Buenas Letras el 17 de marzo de 1848 y después impresa en Madrid. La memoria está dedicada al Excmo. Ayuntamiento de Sevilla con el fin de que diera nombres de calles a esos célebres marinos.

Salón de Actos de la real Academia Sevillana de Buenas Letras

También en mencionada Academia, leyó “Memoria sobre la Geografía Griega de los tiempos de Hornero y de la Escuela de Mileto”, en la sesión del 19 de enero de 1848 y también fue impresa en Madrid en 1849.


Publicó, también, una biografía del Capitán general de la Armada Juan Joaquín Moreno quien le distinguió con su afecto y reconoció su valor por haber estado mucho tiempo bajo sus órdenes, titulada “Informe sobre la vida política, militar y marinera de del Capitán general de la Armada Juan Joaquín Moreno”, que se imprimió en Madrid en 1849. La dedicó a los marinos españoles y se imprimió a expensas del nieto de referido Capitán general, Leonardo de Santiago.


En 1850 fue elegido Diputado a Cortes, por los moderados, por Sevilla para la legislatura de 1851. Obtuvo la cifra de 249 votos. Una discrepancia con la mayoría del gobierno le impulsó a votar de forma diferente a esta por cuestiones de conciencia. Ello llevó a su cese en el cargo de Mayor General de la Armada el 9 de abril de ese año y, curiosamente, recibiendo la orden del Gobierno de salir inmediatamente para Cádiz. Fue sustituido por el Jefe de Escuadra Juan José Martínez. Ante esas, pidió licencia de seis meses –que le concedieron-, cuyo tiempo lo invirtió en viajar por las grandes capitales europeas como Paris, Londres o Bruselas en cuyas cortes fue recibido. Cambió de aires y aprendió nuevas formas y maneras.


Regresó a su casa de Cádiz, en situación de disponible, y al poco, 2 de julio de 1852, se le vuelve a nombrar Vocal de la Junta Consultiva de la Armada y por R. D. de 12 de octubre de 1853, se le asciende a Jefe de Escuadra y se le concede la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

El Balear (15/10/1853)

Encontrándose muy delicado de salud pidió licencia para viajar a Sevilla. Falleció antes de iniciar el viaje, en su casa de Cádiz; o falleció en Sevilla; o en Alhama de Granada (¡¿Qué se le habría perdido allí?!) el 6 de septiembre de 1854. Tenía 72 años de los cuales había dedicado 54 al servicio a España.

Dice Francisco de Paula Pavía en su obra “Galería Biográfica de los generales de marina”: “Pocos pueden presentar, como él, veintidós años de carrera de constantes y largas navegaciones y distinguidos y brillantes hechos de armas, en que se dio a conocer por su pericia militar y marinera”. Y el propio Francisco Hoyos afirma que “apenas llegado a los treinta años de mi vida, yo había dado la vuelta al globo que habitamos y hollado con su planta las cuatro partes en que antes se dividió, y recorrido los varios climas que median entre el círculo polar ártico y su opuesto”.



Bibliografía:

“Catálogo por autores de las disertaciones del siglo XIX de la real Academia Sevillana de Buenas Letras” por José Vallecillo López.
“Informe dado por el brigadier de la Real Armada D. Francisco de Hoyos sobre la vida militar, política y marinera del Excmo. Señor D. Juan Joaquín Moreno, Capitán General Honorario de la Armada” (1849)
"Un ilustre marino burgalés. D. Francisco Pascual de Hoyos Saraviedra". Boletín de la Institución Fernán González, XI (1954-1955). Por Julián García Sainz de Baranda.
“Galería Biográfica de los generales de marina” por Francisco de Paula Pavía.
“Pleitos de hidalguía que se conservan en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid: extracto de sus expedientes: siglo XVIII. Madrid” (Instituto Salazar y Castro, 1980-2003) por María Esperanza Alonso.
Biblioteca Nacional de España.
Wikiburgos.
Estado Militar de España de 1835.
Periódico  EL GUARDIA NACIONAL.
Periódico EL HERALDO.
Periódico EL ÁNCORA.
Periódico EL BALEAR.






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