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domingo, 15 de marzo de 2015

The Set-up (el plan) of La Robla.

Si recurrimos al oráculo de los oráculos -Wikipedia- obtendremos informaciones tan útiles como sus coordenadas o que fue "clausurado" en 1991. Lo cierto es que es la línea de vía estrecha más larga del occidente europeo (335 km/340 km) y que vertebró el norte de España al sur de la cordillera cantábrica.

 

El objetivo de unir Vizcaya con la meseta por Las Merindades y con la zona carbonífera se había plasmado en varios proyectos. De hecho, don Mariano Zuaznávar Arazcaeta disponía de dos variantes: Una línea de ancho ibérico desde La Robla hasta Izarra (Álava) en el puerto de Orduña, para enlazar con la línea de Tudela a Bilbao, y la línea del Cadagua por Villasante de Montija hacia Villarcayo. Aunque por su estructura esta segunda opción boqueaba la posibilidad de integración con otras líneas de su recorrido.

 

La Ría del Nervión a finales del siglo XIX


Un punto positivo de pasar por Burgos era que la Diputación provincial condicionaba un pago anual de 30.000 pesetas durante veinte años a que el tren pasase por Villarcayo, cabeza de partido judicial y capital de la comarca, o en su defecto se tendiese un ramal. El trazado original, por ello, llevaba la línea de Valmaseda a Villarcayo y de esta localidad, remontando el curso del río Nela, a la Merindad de Valdeporres y continuaba desde allí en dirección a La Robla, pero la orografía y los dieciséis kilómetros en que se alargaba el trayecto forzaron la rectificación de los planes.

 

La historia del trazado también es sorprendente, ya hemos hablado de la renuncia a llegar a Villarcayo pero es que el proyecto de Zuaznávar desempolvó el intento de tender un "camino de fierro" entre Bilbao y Bercedo, patrocinado por la Diputación General del Señorío de Vizcaya en 1831, y que, de haberse hecho, hubiera figurado como el primer ferrocarril español. Quizá les suene, era el "Plan de Iguala" presentado por Pedro Novia Salcedo. ¿Qué impidió la necesaria comunicación con Castilla? La lucha entre las villas y la tierra llana de Vizcaya, más la guerra carlista y el tendido del Madrid-Irún, que enlazaba el País Vasco con la Meseta por Orduña, llevaron al abandono de esta idea, que habría implicado una mapa ferroviario distinto del actual.

 

Los dos caminos para subir de Bilbao a Burgos, y de aquí al resto de la Península, siempre han sido Valmaseda y Orduña, antiguos puertos secos. Aunque cualquiera que haya viajado en tren o carretera conoce las dificultades y los retrasos en la peña de Orduña, se escogió este trayecto inadecuado, debido al juego de influencias. De este modo, el ferrocarril de La Robla venía a ser una especie de segunda oportunidad para la capital de las Encartaciones.

 

Para muchos pueblos de la zona, el tren era la ocasión de conseguir una fuente de riqueza y de escapar del aislamiento. Hubo inmensas presiones que incluían la discusión sobre la categoría de las estaciones. En ocasiones, el establecimiento de una parada se sujetó a que los solicitantes corriesen con los gastos de instalación y mantenimiento. Quizá el caso más curioso sea el de Soncillo, cuyo Ayuntamiento financió la estación, que se construyó a unos siete kilómetros de su casco urbano.


Mapa de 1906 con el trazado de La Robla y la recta de la
llanura de La Virga que, con el pantano, debió ser modificada

 

No solo eso, algunos individuos trastearon a su favor. El tren no para en Villasana de Mena, como era lógico y estaba previsto en el proyecto, porque un consejero deseaba que el tren parase en su pueblo, Anzo, más alejado, y logró la rectificación del trazado. Otro personaje del lugar, el señor de Maltrana, familia mencionada por Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, insistió para obtener un apeadero en el término de dicho nombre. Sus gestiones rebasaron el Consejo y llegaron a tratarse en una Junta General de accionistas. Luego, se interesó por la ejecución de unas obras en el apeadero de Menamayor, el más cercano a su residencia, y cuando se clausuró esta parada, pese a sus pretensiones de que se mantuviese, se le concedió al menos la facultad de hacer parar los convoyes cuando lo solicitase.

 

El proyecto que se puso en marcha salió de la mano del Ingeniero de minas guipuzcoano, promoción de 1866, Mariano Zuaznávar (1841-1916), experimentado autor del canal subterráneo de Orbó en la mina "La esperanza de Orbó" de Palencia, autor de una "Descripción con planos de la cueva de Atapuerca", de "Caminos de hierro: Aparato de desviación para vías de cuatro hileras de carriles" e ingeniero de la siderúrgica “La Vizcaína”, quién recibió el apoyo de empresarios del Gran Bilbao, los Ustara, Gandarias, Echevarría, Epalza... Nombres que aún hoy resuenan en las calle de la Villa.


Nombramiento de Zuaznávar como Jefe
Superior de Administración Civil

 

Partía de la premisa de que la demanda de carbón y coque en Bilbao en 1890 sería de 500.000 tms. y en tan sólo dos años subiría a 600.000; de éstas, 1/3 procederían de Inglaterra, 1/3 de las cuencas castellanas y 1/3 de las asturianas. A su vez, el transporte de hulla asturiana al Nervión costaría ocho pesetas por tonelada, cantidad que sería inferior para la hulla palentino-leonesa, transportada en un ferrocarril vinculado a las siderurgias vizcaínas.

 

El Derecho español de entonces exigía el régimen de concesión administrativa del Estado para la construcción de líneas de tren. La solicitud la presentó Zuaznávar y la defendió el político alavés Becerro de Bengoa. El proyecto, de capital español, se presentó en las Cortes el 26 de noviembre de 1889 y en el enero siguiente concedieron la gestión de la línea férrea y autorizaron el inicio de las obras. Encima los rieles saldrían de las empresa patrocinadoras de la obra. Con ello, la ley fue aprobada por las Cortes, ratificada por el Ministerio de Fomento y firmada el 11 de junio de 1890 por la Reina Regente.


Ley del 11/06/1890

 

Claro que existió un pliego de condiciones -como en otras concesiones- que se fechó el 29 de diciembre y contenía la obligación de iniciar las obras en el plazo de seis meses y concluirlas en seis años, el número de estaciones a establecer y el material móvil mínimo necesario para abrir la explotación. También se enumeraban varias prestaciones gratuitas en favor del Estado. Una era el transporte de presos y penados junto con su escolta o el transporte de la correspondencia oficial y privada y su personal.

 

Se inauguró, por fases con el objetivo de surtir de combustible de calidad media procedente de León y Palencia a la potentísima industria siderúrgica de Vizcaya. De la sección de Las Merindades se encargó el Ingeniero José María Urquidi, ayudado por Juan Gobeo y, ambos, bajo el contratista Francisco Arrizabalaga.

 

De la mina directamente a la fábrica una vez olvidadas las simples ferrerías, que con agua y carbón vegetal obtenían hierro, y reactivada la economía de Vizcaya tras la guerra civil de 1873 a 1876 que había eliminado los viejos fueros con sus aduanas internas y limitaciones a la exportación del mineral de hierro fuera de España. No solo eso sino que el hierro de Somorrostro y Triano era ideal para aplicar el proceso Bessemer de obtención de acero a bajo precio. De esa cantidad de hierro el 60% navegaba hacia Inglaterra.


 

Se exportaba el 80% de la producción y se ingresaba unos 100.000.000 pts./año. Como curiosidad diremos que la unión de la siderurgia "Nuestra Señora del Carmen", fundada en 1848 por Ibarra y Cía. en Baracaldo, "La Vizcaya" fundada en 1882, propiedad de Francisco de las Rivas, marqués de Mudela, y de la "Sociedad de Altos Hornos y Fábricas de Acero de Bilbao", constituida por un grupo de capitalistas vascos, madrileños y catalanes dará en 1902 "Altos Hornos de Vizcaya, S. A.".


Estos gigantes del hierro recibían, por mar, carbón de buena calidad de Asturias y Gran Bretaña a un alto coste por los precios del transporte marítimo (los viajes a Inglaterra llevaban hierro y traían carbón pero los del carbón nacional volvían a Asturias de vacio) y, tal vez, las incipientes mejoras laborales británicas que despuntaban a la altura de 1890. En esa década pasó el carbón británico de 24 ptas./tm a 40 ptas./tm.


 

Según indicó González Portilla, a finales del XIX el coque representaba más de la mitad de los costes de producción del lingote de hierro en el Gran Bilbao. La reacción a esta escalada se inició comprando participaciones en las minas asturianas, leonesas y palentinas. Por ejemplo, "Altos Hornos de Vizcaya S.A." entró en el capital de la "Unión Hullera y de Carbones Asturianos". Pero había que traerlo. Y estaban obligados a ello para la imprescindible reducción de costes para ser competitivos. Y no solo eso, debían reducir el riesgo de ruptura en el suministro.

 

A su vez el gobierno veía con interés esta estrategia para el desarrollo de otras zonas del país, favorecer la movilidad de las personas, incentivar el consumo interno frente a la importación y vertebrar una red moderna de transportes. No olvidemos que las obras necesitaron obreros y acudieron tanto gentes ajenas a las comarcas, como lugareños que podían ganar un jornal mayor que trabajando en el campo. En algunos lugares apartados, la presencia de éstos últimos en las brigadas era mayoritaria y provocaba las quejas de los capataces porque, según la época del año, abandonaban sus puestos para cumplir con las siegas y el ganado. El Estado también proporcionó fuerza de trabajo, cediendo cuerdas de condenados a trabajos forzosos.

 

No solo eso sino que, económicamente, no había participación extranjera ni subvenciones del estado (solo aportaciones mínimas de algunos ayuntamientos, cesiones gratuitas de terrenos como en Valmaseda y Mena; Espinosa de los Monteros y las Merindades de Sotoscueva y Valdeporres, aportaron tanto terrenos como traviesas; y la Merindad de Montija entregó cuatro mil pesetas). Viento a favor para el proyecto. Y para la corrupción asociada al ferrocarril.

 

 

Bibliografía:

 

"Bertan Bilbo. La Villa y el euskera: historia social del siglo XX" Artículo de Arturo Sánchez Ojanguren

"BREVE HISTORIA DEL FERROCARRIL EN EL PAÍS VASCO" Juanjo Olaizola Elordi.

"El Ferrocarril de La Robla (1894-1972): semblanza del Hullero". José Ramón Suárez

"Ferrocarril y Territorio; el centenario del ferrocarril de La Robla" Eria 1994.

Diario oficial de avisos de Madrid.

"Gaceta de los caminos de hierro"

"Historia de la olla ferroviaria" por Julio García García, ferroviario de "La Robla".

Periódico "La Época"

Gaceta de Madrid

Periódico "La Monarquía"

ABUAF

Valoración del Patrimonio Rural de la Obra Pública.

Manolo Serrano.

Tecnología Obsoleta.

Vacarizu.es

Ezagutu Barakaldo

Arija.org

Ferropedia.es

Historias del tren

Naturmendi

El Mule Carajonero

Ferrocarriles de España.

Ventas ollas ferroviarias

Putxeras.es

Historia de España de Salvat

Atlas de Historia de España de Fernando García de Cortázar.

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