Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Ganó Villarcayo.

Puede que en esta entrada descubramos la razón del vecinal rencor entre Villarcayo y Medina de Pomar, o puede que no. No somos perfectos.

¡En fin! retomemos el hilo dejado hace un par de semanas. Teníamos una distribución territorial que, como hoy, era un jaleo: provincias, partidos y corregimientos, algunos evolucionados de arcedianazgos, obispados, infantazgos y... Merindades que convivían dependiendo de la Corona o de diversos señores feudales.


Y es que Castilla Vieja no era una de las 18 provincias de Castilla, poseedoras ciudades con voto en cortes. Solo fue uno de los muchos distritos del reino y cuyo gobierno confiaba el monarca a un delegado o a una familia nobiliaria.

Tiempo atrás, en el Becerro de las Behetrías Castilla Vieja es la decimocuarta Merindad, la más extensa y la más compleja, con 534 poblaciones. Claro que no era lo que fue después, incluía territorios de Álava, Cantabria y La Rioja. Quedará la demarcación de las montañas de Burgos (en el siglo XVI, 230 entidades circunscritas en las “Siete Merindades de Castilla Vieja”), compuestas por: Merindad de Castilla Vieja, Merindad de Cuesta Urna, Valle de Losa, Merindad de Montija, Merindad de Sotoscueva, Merindad de Valdeporres y Merindad de Valdivieso.

Aunque resulte sorprendente la primera cabeza de las Merindades fue Medina de Pomar, y las reuniones de su Justicia, Concejo y seguimiento las hicieron junto a la Parroquia de la Santa Cruz. Pero cuando Enrique II, en 1369, la donó a Don Pedro Fernández de Velasco las Juntas Generales de las Siete Merindades se celebraron en Miñón, donde residían los Alcaldes Mayores y administraban justicia. Como les dije: bajo un gran moral que existía en su campo. Por supuesto, la donación a la Casa de Velasco permitió a los señores de Medina nombrar a los Alcaldes Mayores y Justicias Mayores.

Felipe II

El rey Felipe II, en 1559-1560, aprovechó la muerte de Pedro Fernández de Velasco para recuperar el oficio de Justicia y Alcalde Mayor de las Merindades de Castilla Vieja. Claro, esto implicó una serie de cambios. Aunque no nominales porque usaron este nombre hasta principios del siglo XVII, en que tomaron el de Corregidores. Algunos autores lo fechan en 1612.

Se nombró para Alcalde y Justicia Mayor de Las Merindades de Castilla Vieja al Oidor Doctor Mendizábal que tenía la tarea de elegir la sede de la Audiencia. Para ello el 28 de agosto de 1560 el nuevo Alcalde y Justicia Mayor interrogó en Miñón a numerosos testigos. Pero... ¿Urgía ese cambio? Digamos que era necesario para mostrar quién mandaba y porque ejemplos como una carta del Condestable Don Iñigo Fernández de Velasco, fechada el 13 de agosto de 1560, donde autorizaba a sus oficiales "a defenderse frente a los entrometimientos en su jurisdicción Señorial de Justicia Mayor y Juez de Residencia" empujaban a ello.

El Doctor Mendizábal, después de recorrer varios pueblos eligió Villarcayo (auto del 30 de agosto de 1560). Pero el Valle de Losa prefería Miñón y elevó una petición al Consejo que le fue denegada por Real Cédula de 21 de noviembre de 1561. La Merindad de CastilIa Vieja defendía la capitalidad de Villarcayo por ser esta Merindad "cabeza y centro de todas ellas, su tierra más fértil y poblada y llena de provisiones". El rey confirmó la elección ordenando a los Alcaldes Mayores que residieran en ella.

Finalmente, el 13 de mayo de 1562 el procurador de la Merindad, Don Pedro Fernández de Villanueva, presentó al Doctor Mendizábal las Provisiones Reales en las que ordenaba al Consejo que residieran en Villarcayo los Alcaldes Mayores.

Torre del Corregimiento

¡Menuda lotería! Esta decisión palió los efectos de la crisis económica. Piensen que el Corregidor, entre otras muchas funciones, tenía las gobernador civil (subdelegado del gobierno) y era el garante de las leyes y de las rentas reales; se estableció un cuerpo de funcionarios pagados por el Estado o el Ayuntamiento; era el alcalde del núcleo más importante y como tal presidía el Ayuntamiento General; y era el presidente de la Audiencia (juez de primera instancia civil y penal). Y se concedió un mercado semanal y dos ferias anuales.

Además del corregidor, el Ayuntamiento General estaba formado por los regidores y los procuradores generales elegidos por cada Merindad para su gobierno (dos regidores y un procurador). Los regidores gobernaban el Ayuntamiento y los procuradores representaban los intereses de cada Merindad. Aunque no todos vivían en Villarcayo, sus reuniones mensuales les obligaban a comer y pernoctar en la villa.

Otros cargos residentes eran: El escribano mayor, facultado para nombrar dos tenientes de escribano; El alguacil mayor de las Merindades; El tesorero general; El alcaide de la cárcel que tenía su vivienda en la casa de Justicia; Los comisarios de cartas, el procurador de pobres, el abogado del Ayuntamiento General, el cartero, el relojero, el archivero, los examinadores de oficios...

Ante la afluencia de personas a los juicios y a las ferias y mercados, con necesidades coincidentes en muchos aspectos, se crearon locales de comidas y bebidas, de posadas, de comercio propio... para atender las necesidades de la comarca. También supuso, posteriormente, el asentamiento de otros profesionales, como un médico o un boticario, para atender a una población en aumento.

Feria en Villarcayo (finales XIX)

En números absolutos la población se duplicó gracias a la inmigración de otras áreas. Consta que más de un cuarto de los matrimonios efectuados en la villa eran de contrayentes forasteros. Este incremento de población, y de su importancia social media, afectó a otros aspectos de la villa. Por ejemplo, la iglesia considerada hasta entonces como "iglesia pobre" (1576) y "de poca fábrica" (1571) pasaría a ser considerada como "de rentas cuantiosas" un siglo más tarde (1693), lo que le permitiría, no sólo aumentar su volumen y el número de beneficiados (que eran cinco en 1752) sino también dotarse de más ricos retablos y ornamentos.

Antigua iglesia de Villarcayo

Veremos en Villarcayo, gracias al catastro del marqués de la Ensenada (1752), un sector primario poco abultado: Catorce labradores y cinco jornaleros (6`94% pob.); dieciocho vecinos que eran panaderos, horneros, sastres, zapateros, un tejedor y un oficial cortador de carne (25% pob.); y en el terciario diez funcionarios, nueve comerciantes, ocho profesionales liberales y seis rentistas aunque uno de ellos era tratante de vino y hierro (41`6% pob.).

Y, con ellos, un número importante de lacayos y criados, tanto domésticos como de labranza (un total de cuarenta y seis entre mujeres y hombres) que provenían de otros pueblos de las Merindades en los que la escasez de recursos de la tierra llevaba a una abundancia de oferta de trabajo como mano de obra barata.

Pero no solo venía gente sino que hay emigración entre las capas altas de la sociedad villarcayesa que debido a sus profesiones, estudios o negocios se establecían en Burgos, Madrid, Cádiz, Cáceres, las Indias ...

Villarcayo se perfiló como un nivel intermedio entre los pueblitos y las ciudades. Se constata en la escasa permanencia de los apellidos en la villa que habitualmente no pasaban de las tres generaciones. Se configuró así una población muy dinámica pero con un cierto desarraigo.

Además de las características que acabamos de señalar, otra de las herencias que hemos recibido del Corregimiento es un importante fondo documental de pleitos que recogen información sobre muchas cuestiones de la época.


Bibliografía:

"Villarcayo, capital de la comarca Merindades" de Manuel López Rojo.
"el corregimiento de las 7 Merindades de castilla Vieja" de Rafael sánchez Domingo.
"Felipe II y Las Merindades" de Rafael Sánchez Domingo, Clara Uriarte Melo y José Ángel Churruca García.

1 comentario:

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.