Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 23 de marzo de 2014

Mauricio Alonso: “¿Quieres apostar mil reales á que no te casas?”

El Motín (Madrid). 17-5-1888, n.º 20

EL CURA DE ZANGÁNDEZ (MÁS DETALLES):

Respetando el secreto del sumario y consignando anticipadamente que nuestros informes son recogidos de las versiones que circulan públicamente en el lugar del suceso y pueblos circunvecinos, ampliaremos con algunos detalles las noticias que ya tienen nuestros lectores acerca de ese asesinato horrible, tanto por la calidad del presunto criminal, como por la inocencia de la víctima y las circunstancias que mediaron antes y después de cometerse.

El último día que se vio viva á la infeliz muchacha, deseando dejar á su señor toda la ropa limpia antes de irse á contraer matrimonio, estuvo lavando ayudada por dos vecinas del pueblo. Por la noche volvieron las tres á cenar á casa del cura, el cual estaba profundamente preocupado, dando paseos por la, habitación y repitiendo con frecuencia el adagio: “Quien bien tiene y mal escoge, por mal que le venga no se enoje”

Después se acercó á su ama y añadió: “¿Quieres apostar mil reales á que no te casas?” A lo que ella respondió: “Si el Señor (Dios, no su amo el Cura) no me quita la vida, me casaré como Dios manda”. Concluida la cena marcháronse las ayudantas, y quedaron solos Florentina y su amo.

El hermano del cura de Zangández vivía casado en Puentebureba, y desde hacía mucho tiempo, hasta la desaparición de la joven, no se trataba con el presbítero. ¡Cuál no sería la sorpresa de los vecinos al verlos otra vez juntos amistosamente al segundo día que siguió á la noche de que hemos hecho mención, y que al siguiente ambos habían desaparecido de Zangández! ¿Qué comisión fueron á desempeñar? No se sabe, pero se supone fácilmente.



Días después pasó el cura solo á la ciudad de Frías, y de allí á Quintana Martín Galíndez, donde se dice celebró una larga conferencia con un abogado, ignórase respecto á qué; mas fuera de ello lo que fuera, el asunto es que hasta el sexto día de haber desaparecido la criada con el dinero que le había robado no se acordó de notificar la supuesta fuga, por medio de su hermano, al Juzgado de Villarcayo.

Puesta en movimiento la Guardia civil para buscar al autor del supuesto robo, llegaron á Zangández dos parejas, una de Frías y otra del puesto de Oña, en ocasión que el Cura se hallaba en un grupo de varios vecinos. Al ver llegar á los guardias, disimuladamente se alejó como dando un paseo; y diz que un pastor lo vio irse apartando de Zangández, volviendo á menudo la cabeza, y que cuando supuso que nadie lo veía, echó á correr hacia Portillo de Busto, indudablemente con dirección á Puentebureba, donde se encontraba su hermano y donde después pareció el cadáver.

Todo esto debió saberlo por confidencia la Guardia civil (Ayer, como hoy hay filtraciones policiales), pues pidiendo al alcalde tres caballerías y dos muchachos del pueblo que los guiasen por el camino más corto á la estación de Calzada, se pusieron en marcha y llegaron allá sobre las once y media de la noche, hallando sentados junto á la carretera á los dos hermanos. Al ver el cura los tricornios, huyó á esconderse detrás de un árbol muy grueso, y le hubiera valido su estratagema á no haberle descubierto y denunciado uno de los chicos: los guardias lo prendieron y, en unión de su hermano, lo condujeron á Zangández.

La actividad de los guardias en instruir las primeras diligencias es digna de todo elogio; no así la del juez de Villarcayo, que reclamó las diligencias, y después de tomar algunas declaraciones, acabó por absolver á todos y ponerlos en libertad.

¡Qué diferencia entre éste y el diligentísimo juez de Briviesca! No le atañe directamente el asunto; el pueblo donde residía y de donde desapareció misteriosamente la joven no pertenece á su jurisdicción, pero sí el nativo del cura y del ama; los clamores de aquellas gentes, que tanto conocían á la infamemente supuesta ladrona, los llantos de una madre que considera á su hija incapaz del delito que se le imputa, y, finalmente, la opinión pública, más excitada en Briviesca que en el mismo Zangández, le impulsan á tomar el asunto por su cuenta. (No se si lo dicen con tono irónico, pero un juez no elige sus casos y el código penal indica las jurisdicciones: el partido judicial. Nunca el interés del caso)

E inquiere, indaga acá y acullá, aprovecha el menor detalle, fatígase en molestos viajes y reconocimientos, escudriña palmo á palmo todos los sitios donde sospecha que pueda hallarse el cadáver, sondea el fondo de las lagunas en medio de una lluvia torrencial, exhuma en el cementerio de Puentebureba cadáveres en descomposición para ver si entre ellos está el de la infeliz Florentina, y con esta inquebrantable constancia logra ver coronados sus esfuerzos con el triste hallazgo.


Torre del Corregimiento 1890

Esa actividad, ese celo bien merecen una recompensa que á la vez sirva de estímulo á los demás funcionarios del orden judicial; recompensa que debiera hacerse extensiva á los guardias civiles y á cuantos le han secundado en sus penosas tareas, pues á todos ellos se debe que ese crimen no haya quedado impune, como lo venía estando después de un mes de cometido, y que un asesino no haya burlado la acción de la justicia.

Antes de soltar la pluma para finalizar estas líneas, ocurréseme una reflexión. Si yo fuese católico (Bombazo: en 1888 TODOS los españoles eran Católicos), al considerar que ese cura ha continuado diciendo misa mucho tiempo después de perpetrado el delito, experimentaría temores horribles pensando en que cada misa de las celebradas después del asesinato ha sido un sacrilegio espantoso. Porque no supongo que bajaría Dios á las manos teñidas en la sangre de un semejante.

El Liberal (Madrid. 1879). 13-4-1889

Este diario matutino comienza a publicarse el sábado 31 de mayo de 1879 y dejará de hacerlo el 28 de marzo de 1939 al inicio del franquismo. Estaba claro que no iba a sobrevivir al ser liberal y republicano. Fue el prototipo de los grandes periódicos populares y el más leído entre los obreros.

Nace de una escisión en el periódico “El imparcial” (1867-1933) al aceptar este la monarquía alfonsina. “El liberal” nació como un diario independiente y democrático al amparo de la nueva ley de prensa del siete de enero de 1879 a través de la cual empieza a “levantar cabeza” la prensa republicana.

Su pronto éxito será debido a un exquisito equilibrio entre información y opinión y al tono literario de sus editoriales, infrecuente en la prensa de la época, junto al carácter popular de algunas de sus informaciones, que rozarán cierto sensacionalismo.

Será un periódico de gran formato, compuesto a cuatro columnas al principio y que después irá aumentando en número, insertando en su primera página los editoriales y artículos de fondo, y con secciones para las crónicas parlamentarias, las noticias de provincias, los telegramas del extranjero de la agencia Fabra, disposiciones oficiales, las crónicas locales, las cotizaciones de bolsa, la de espectáculos, cultos, libros y notas meteorológicas.

Será el periódico que introduzca los anuncios por palabras, insertará necrológicas sin el símbolo de la cruz, adoptando el diario a la vez un anticlericalismo crítico, y prolongará el folletón típico francés. A partir del nueve de julio de 1889 aparecerá junto a su cabecera la leyenda de ser “el periódico de mayor circulación de España”.

Según las estadísticas oficiales, durante la segunda década del siglo veinte alcanzará los 120.000 ejemplares diarios, una de las más altas tiradas de la prensa de la época, de los que prácticamente la mitad serán suscripciones, considerándose más un periódico de difusión madrileña, firme defensor de la libertad de expresión, que leen las capas populares de la pequeña burguesía y las clases trabajadoras, lo que origina una rivalidad de la prensa estrictamente obrera contra el.

El liberal pertenecerá al grupo destacado de la prensa española que contribuirá al advenimiento de la II República. Tras entrar las tropas franquistas en Madrid y ser incautado, de sus talleres empezó a salir el diario Madrid. Los herederos de los Busquets iniciaron en la década de los cincuenta un proceso, que aún en 2011 continúa, para que el Estado les indemnice por los bienes incautados de la Sociedad Editora Universal.

Pero vamos a lo que nos interesa sobre el cura y su ama según “El Liberal” del 13-4-1889:

Ha empezado en la Audiencia de Burgos la vista del interesante proceso instruido contra el párroco de Zangández, D. Mauricio Alonso, por muerte de su ama ó sirvienta Florentina Blanco, joven huérfana de padre, cuya madre residía en un pueblillo próximo. Este crimen, cometido hace un año, consternó profundamente á los vecinos de aquel pequeño y olvidado pueblo del partido de Villarcayo, dio mucho que hablar en todas partes, y aún tememos que ha de suscitar recelos ó susceptibilidades, como ocurre siempre que se examina la marcha de la justicia histórica.

Audiencia Provincial de Burgos


Después de haber estado aquella joven más de dos años en casa del sacerdote, se aproximaba el día de su boda…  No se sabe qué clase de interés tendría el sacerdote en que la muchacha no contrajera matrimonio. Esta desapareció de la casa rectoral. El cura dijo que con su desaparición coincidía la falta de algún dinero; pero la opinión pública tuvo la intuición de algo misterioso. Primero se murmuró en voz baja, y después se dijo abiertamente que Florentina había sido asesinada por Don Mauricio.

El 11 de Abril del año último fue cuando la madre de la joven denunció al juez municipal de Valderrama la ausencia de ésta. El 14 se trasladó a Zangández el juzgado de Villarcayo, dictando auto de prisión contra el cura; pero éste, contra las órdenes del juez municipal, intentó escaparse la víspera por la noche, siendo alcanzado por la guardia civil en la estación de le Calzada cuando iba a tomar el tren en compañía de un hermano suyo.

Del sumario resulta que en la casa del cura y en la iglesia había manchas de sangre. El 2 de Mayo se comunicó al juzgado que la guardia civil había descubierto cabello, al parecer de mujer, en una tierra propiedad de Inés Alonso, hermana del procesado. Más tarde se halló enterrado en una finca del alcalde D. Gregorio Alonso, el cadáver de Florentina con una herida en el cráneo, mortal de necesidad, causada con instrumento contundente, punzante y cortante, que le había hundido y fracturado el temporal derecho. No había ninguna otra lesión, y se infiere que pudo estar dormida cuando recibió aquel golpe mortal. Don Mauricio compuso la novela de una caída por la escalera, de resultas de la cual murió la joven, y concertado con su hermano Cándido, sacó el cadáver de la casa rectoral, cargó con él á cuestas, lo colocó sobre un pollino y lo enterró en la finca de su hermana, de donde algunos días después la sacó para sepultarle en la del alcalde, creyéndolo así más seguro.

Están procesados como encubridores la hermana y el hermano del cura, la mujer del hermano, María Martínez y Domingo Martínez y Francisca Ruiz, padres de ésta.

Ahora bien; mientras que la acusación privada califica el hecho de Asesinato, el fiscal lo califica de homicidio, ya que por la ausencia de circunstancias constitutivas del hecho, no pueda determinarse otra calificación más grave.

¿Y Cuándo lo ajusticiaron?

Bibliografía (aparte de los periódicos)

Retratos de Villarcayo. Ayuntamiento de Villarcayo

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