Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Espinosa de los Monteros: Unidades 1808

Hoy toca analizar la situación de las unidades que participaron en Espinosa de los Monteros. Veremos cómo era el ejército al que pertenecían, cómo se organizaron algunas de las unidades de voluntarios que no dudaron en defender España y morir por ella en Las Merindades (para que luego la tierra que absorbió su sangre sea un polígono industrial y cueste recordarles) y la teórica uniformidad de las tropas.

Abróchense los cinturones y sírvanse un café porque despegamos.

Primero, para dar profundidad a la explicación de cómo llegaron los ejércitos españoles a 1808 (y a Espinosa de los Monteros) debemos describir su situación alejada de los perfiles de panda de cuatreros mejicanos de película de vaqueros como nos describen los Anglosajones. Aun así, durante el siglo XVIII los Borbones habían desarrollado unas fuerzas militares desproporcionadas para lo que un pequeño país como España, con una débil base económica, era capaz de mantener: la Real Armada y el Ejército Real no se adecuaban en tamaño a las posibilidades económicas de la nación, y de ahí venía parte de su mala situación. En 1807 se destinaban más de 362 millones de reales para sostener el Ejército Real y 409 millones para la Real Armada.

En cuanto al elemento organizativo, en 1808 en España no se había adoptado el novedoso cuerpo de ejército creado por Napoleón. Por las malas vías de comunicación peninsulares se había mantenido la más reducida organización divisionaria. La accidentada orografía no permitía la facilidad de movimientos ni de suministros que exigía un cuerpo de ejército, teniendo la división más flexibilidad en el orden táctico y el logístico. Cuando se reunían varias divisiones de infantería bajo un solo mando, al conjunto se le llamaba "ejército" (equivalente español al cuerpo de ejército francés). Las divisiones españolas tenían pocos efectivos y eran, en armamento, material, organización y disciplina muy inferiores a las francesas.

En 1808 el Ejército no disponía de un organismo específico dedicado a su mantenimiento. La Real Hacienda nombraba los intendentes militares necesarios que recibían el mando sobre la Administración Civil Provincial y Municipal en aquellos territorios sobre los que se acantonaban o actuaban las tropas. Cuando el ejército se movía por zonas ya arruinadas por el paso de otras tropas, o por comarcas montañosas y poco habitadas (o avanzaba y retrocedía con demasiada rapidez) el sistema fallaba estrepitosamente condenándole al hambre y al desabastecimiento.

Respecto a la capacidad de movimientos, el Ejército no disponía de un sistema de transportes militarizado. El mismo se basaba en tres sistemas que se ajustaban económicamente con empresarios o particulares civiles: los "bagajes" que se tomaban gratuitamente de pueblo en pueblo, las "brigadas de Carros y las "brigadas de Mulas". La deficiencia crónica de ganado hacía que los cuerpos militares carecieran de capacidad para llevar con ellos los víveres y municiones necesarios para poder operar con eficacia y rapidez en campaña, condenando a las tropas a estar mal alimentadas y aprovisionadas en el tipo de guerra de rápidos movimientos que imponían las tropas imperiales. (Como vemos un ejercito mal pensado, en un país mal organizado)

LA INFANTERÍA

La Infantería regular, la sufrida protagonista de la Guerra de la Independencia en el bando español, estando razonablemente instruida y equipada al comienzo del conflicto. Como escasa enseñanza de la Guerra de la Convención, cada una de las cuatro compañías del batallón español dispone de 8 tiradores (32 en total por batallón), pero sin ningún oficial al mando, y sin estar encuadrados en una unidad orgánica específica. Estos pocos infantes ligeros se verán siempre impotentes para hacer frente a la compañía de voltigeurs con sus mandos (140 hombres) de que dispone cada batallón francés de línea (es esta batalla nuestra se encargaron de ir eliminando oficiales de entre los soldados bisoños). Además, la creación de hasta 305 nuevos regimientos y batallones de "voluntarios" por las Juntas Patriotas durante la guerra obligaría a incorporar como oficiales a gran cantidad de mandos subalternos y jóvenes hidalgos carentes de los conocimientos indispensables y la práctica para ejercer el mando. Ello ocasionaría una rápida merma en la calidad y disciplina de las fuerzas españolas.

LA ARTILLERÍA

La Artillería estaba dotada de una preparada oficialidad, con una alta instrucción impartida en el Real Colegio Militar de Segovia. El Cuerpo estaba equipado con armamento de calidad del sistema Gribeauval. Sin embargo, se resentirá por la escasez de ganado de tiro y por seguir el transporte de sus piezas sujeto a la contrata de arrieros civiles. Todo ello tendrá como consecuencia el que nunca será capaz de alinear en el campo de batalla un número suficiente de piezas, siempre inferiores a las que les presentaba el Ejército imperial.

LA CABALLERÍA

Sabido es que la Guerra de la Independencia no fue la guerra de la Caballería española. Con una crónica escasez de caballos debido a las penurias económicas, carecía de consistencia como arma operativa. Tras el primer año y medio de guerra muchas batallas se habían perdido por su debilidad. La falta de caballos de gran alzada y la ausencia del uso de protecciones como las corazas y cascos para el jinete hacían que los regimientos de línea no pudieran equipararse, ni mucho menos hacer frente en combate, a la caballería imperial.

ESTRATEGIA Y TÁCTICA

Las técnicas de combate en vigor en 1808 estaban ancladas en los sistemas prusianos de medio siglo antes y anquilosados por décadas de instrucción mecánica. Los coroneles de cada regimiento continuaron disponiendo a su parecer de las normas tácticas a seguir. Manuel Godoy era consciente de la necesidad de renovar el adiestramiento táctico de la infantería española. La aplastante victoria de Bonaparte sobre el Ejército prusiano el 14 de octubre de 1806 causó una gran inquietud en el alto mando español, y los trabajos para que el Ejército español adoptara la nueva táctica francesa se aceleraron.

(Vamos, que estábamos servidos).

Veamos ahora la forma en que vestían los soldados. La uniformidad de la época napoleónica se caracterizaba por los uniformes del tipo “Ave del Paraíso” donde los colores militares no eran el caqui o el “mimetizado” sino azulones, rojos, blancos y verdes.

Además eran ecológicos ya que se trataban las telas con tintes naturales. Este pequeño dato hacía que en cuanto comenzaba el uso perdiesen color. Los uniformes sufrían más que los ejemplos de anuncios de detergentes: Suciedad, polvo, lluvia, sol…

Quizá por ello el gobierno cambiaba las ordenanzas de uniformidad en intervalos temporales breves incluso para los cánones de hoy. Esta variación llevaba a que un mismo batallón, compañía o regimiento tuviese varios tipos de uniformes diferentes para el mismo tipo de soldados. ¡Incluso se llegaba al reciclado de uniformes!

Para más INRI una vez empezada la guerra esto empeoró. Según Vicente Alonso diplomado en Heráldica Militar y Vexilología: "La principal característica de los uniformes españoles en la Guerra de la Independencia es que no existían". La Guerra fue inesperada y se levantaron en armas el doble de hombres de los que conformaban las tropas regulares y, por supuesto, los hombres se vistieron como pudieron. Además, a aquellos que sí tenían uniforme, no les duró toda la Guerra. Se aprovechó todo, incluso los uniformes de los franceses (Así nació la primera división de coraceros Españoles, cuando derrotamos a los franceses en Tarragona en 1809 y se apropiaron de las corazas de los cadáveres del ejército enemigo). Los ingleses aportaron sus uniformes y al final de la guerra se hizo una relación de los uniformes para saber cómo vestía cada regimiento y se hizo un reglamento nuevo para todas las tropas regulares. La indumentaria establecida en ese momento, nació como mezcla de las influencias inglesas y francesas. Piensen con ello que en nuestra batalla de Espinosa la colección de vestuario diverso en el lado patrio resaltaría frente al azul galo.

Pero no es solo una cuestión de colorines sino que, el uniforme, sirve para la regularización del mando y para mantener la disciplina.

Como muestra de la situación les cuento lo que les ocurrió a los soldados de Acevedo para uniformarse y cual era la situación en Asturias, en este tema. Así cuando la Junta General de Asturias, constituida en Junta Suprema de Gobierno, declara la guerra a Francia el 25 de mayo de 1808 el único uniforme militar conocido en el Principado era el que, en teoría, debería usar por aquellas fechas el Regimiento Provincial de Oviedo, cuyo vestuario quedó fijado por el Reglamento de 19 de julio de 1802. Pero en la práctica, debido a la carencia de recursos de toda índole que desde antaño venía padeciéndose, los soldados del Provincial, salvo la oficialidad, no llegaron a vestirse con el uniforme reglamentado en 1802.

Por otro lado, el uniforme de la Ordenanza de 15 de abril de 1805 tampoco parece probable que se usase el Regimiento Provincial de Oviedo. Sabed que en 1808 aún quedaban regimientos de Infantería de Línea que no habían recibido los uniformes establecidos en 1805, por lo que se daba la particularidad que al principio de la Guerra coexistieran unidades vestidas con uniformes de estándares distintos.

Pero queda la posibilidad de que los 400 hombres del Regimiento Provincial de Oviedo llegaran a beneficiarse del vestuario remanente del extinto Regimiento de Nobles que se encontraba depositado en el cuartel de Milicias desde el año 1796. El uniforme era idéntico, en su forma y hechura, al modelo aprobado en 1794 con carácter general para la Infantería de Línea y Ligera. (Y con ello estaríamos con uniformes de 14 años antes).

Otro uniforme conocido por los asturianos durante aquellas jornadas era el del Primer Batallón del Regimiento de Hibernia que, procedente de Bilbao, se había presentado en Oviedo para sofocar una rebelión del Principado de Asturias.

Debido a las dificultades por las que atravesaba el Principado, el 18 de junio de 1808 la Junta Suprema de Asturias solicita a Gran Bretaña el suministro de 40.000 cartucheras o cananas con sus respectivos correajes, 20.000 mochilas, 10.000 sables de infantería, 10.000 pares de zapatos y 20.000 camisas. Además, por si esto fuera poco, pide que todos los prisioneros españoles que se encuentran en Inglaterra se devuelvan armados y vestidos. ¡Y respondieron positivamente! Enviaron al puerto de Gijón diversos pertrechos de guerra, entre los que se encuentran 12.000 «espadas de moda nueva». Y en relación con el vestuario necesario para equipar a los regimientos del recientemente constituido «Ejército Defensivo Asturiano», el 7 de julio de 1808 el procurador general del Principado, D. Álvaro Flórez Estrada, en comunicación remitida a John Hunter (cónsul británico en Gijón), solicita a Gran Bretaña la confección de 24.000 uniformes completos para vestir a otros tantos hombres. El vicio de pedir continuó con la solicitud de 600 cajas de guerra con sus respectivas baquetas y correas.

El 13 de julio, Lord Castlereagh, secretario de la Guerra y Colonias, anuncia el envío lo pedido y de 6.000 sombreros redondos (chisteras) con sus escarapelas, medio millar de ollas de campaña y veinte maletines de instrumental quirúrgico. Este suministro permitía equipar a unos 10.000 hombres con unos complementos de uniforme que, en la práctica, resultaba imposible manufacturar en el Principado por la carencia de materia prima. Pero no uniformes.

Ante la demora de Gran Bretaña en dar una respuesta a la petición de la confección de los 24.000 uniformes la Junta Suprema de Asturias considera la perentoria necesidad de vestir a las tropas. Obviando la imposibilidad de ajustarse a la ordenanza de 1805 se optó por el paño pardo (color oscuro de la lana en su estado natural), por resultar el más económico, el de más fácil y rápida elaboración en los telares artesanales de Asturias. Para cuello, vueltas, vivos y otros adornos, se utilizaba paño de color rojo que, aún resultaba fácil conseguir.

La tropa de los regimientos creados durante los meses de junio y julio de 1808 sólo disponía de un uniforme, incompleto para la mayoría. Como prenda de cabeza, se utilizaba el gorro de manga o cuartel, el sombrero redondo, así como cualquiera otro que hubiese en la casa del soldado, en el que se colocaba una escarapela del color de la divisa nacional (encarnado).

Los jefes, oficiales, sargentos y cabos, incluso soldados, de los regimientos Provincial de Oviedo e Hibernia (que sirvieron de plantel para formar los cuadros de mando de los cuerpos de nueva creación) conservaron, en su mayoría, el uniforme del cuerpo de procedencia y la oficialidad de nuevo ingreso vestía idéntico uniforme que la tropa. Este caso ilustra cual era, a grosso modo, la situación nacional.

Mención especial merece, y ya lo he anticipado, El Batallón Literario de Santiago. Es curioso y digno de destacar la epopeya de los estudiantes de Santiago y su batallón literario. En Galicia, cundió rápidamente el ánimo patriótico y siguiendo el ejemplo de Asturias, el 30 de mayo (festividad de San Fernando), surge en La Coruña un movimiento popular que plantea varias demandas: Que ondee la enseña nacional en los lugares acostumbrados y el regreso del Regimiento de Navarra a La Coruña, entre otras. A las que el Capitán General Filangieri, temeroso de que la reacción popular pasase a mayores, accede. Aquella misma tarde se forma en LA Coruña una “Junta de Armamento y Defensa” que al día siguiente pasa a denominarse “Junta Suprema Gubernativa”. Este movimiento se extiende rápidamente por toda Galicia y al mismo tiempo que se decide la creación de una nueva Junta que represente a todo el Reino, se pasa aviso a las tropas destinadas en Oporto para que regresen a sus cuarteles y se comisiona a Don Francisco Sangro para que, en representación de la Junta, se desplazase a Gran Bretaña a solicitar la alianza y apoyo de la corona inglesa contra los franceses.

A este estado de fervor patriótico, no es ajena la Universidad de Santiago y, haciendo público el acuerdo tomado en su claustro y la convocada por la Junta que presidía el arzobispo Muzquiz, se determina formar un “Cuerpo Militar Literario de la Universidad de Santiago”. A este llamamiento responden inmediatamente los estudiantes, que se encuadran en 6 compañías de 168 cadetes con un total de unos 1.200 hombres (con jefes, oficiales y suboficiales), que compondrán los efectivos del “Batallón Literario de Santiago”. El 23 de Junio es nombrado coronel de este Batallón, Don Juan Ignacio Armada Caamaño, V marqués de Santa Cruz de Rivadulla y el día 25 del mismo mes, la Junta Suprema de Asturias le otorga el titulo de Brigadier. Después de unas semanas intensivas de instrucción en armamento y evoluciones, el 18 de julio el Batallón Literario, incorporado al ejército gallego del General Blake. Serán siempre recordados por su sombrero de copa.

Tras la derrota de Espinosa de los Monteros los últimos en retirarse con el fin de cubrir el repliegue de sus compañeros, fueron los estudiantes del Batallón Literario de Santiago, conservando su bandera el portaestandarte José Dionisio Valladares. El valor de estos estudiantes gallegos quedó escrito con su sangre en el campo de batalla: de los 1.200 que habían salido de Santiago solo 178 se retiraban de Espinosa.

A continuación procedo a presentarles las principales unidades participantes y su indumentaria.

ESPAÑOLES
Regimiento de Infantería de Línea REY, Nº 1
La tradición sitúa su nacimiento en el año, 1248, de ahí su título Inmemorial, como continuación de la Banda de Castilla formada por Fernando III el Santo durante el sitio de Sevilla. La realidad lleva su creación al 10 de septiembre de 1634 organizado como coronelía de la Guardia del Rey por el Conde-Duque de Olivares de la que él mismo se nombró Maestre de Campo. Destinado a la Guardia del Rey, perdió esta prerrogativa en 1662. En 1668 se le denominó Tercie de Infantería Provincial de Sevilla, popularmente Tercio de los Morados por el color de su uniforme. Por Reales Ordenes de 7 y 17 de enero de 1766 Carlos III le ratificó sus privilegios y le dio su actual denominación de Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº 1. En 1808 estaba en Madrid.
Regimiento de Infantería de Línea LA CORONA Nº 5 Creado el 27 de febrero de 1566 por el Maestre de Campo Don Pedro Padilla se trasladó inmediatamente a Nápoles donde en 1567 se le denominó Tercio Nuevo de Nápoles. Con el cambio, de dinastía fue convertido en 1704 en Regimiento de la Mar de Nápoles y en 1718 cambió su nombre por el de Regimiento de la Corona nº 7. Aunque no sufrió cambios orgánicos si cambio su número; en 1741 el 6, en 1749 de nuevo el 7 y en 1769 el 5 con el que se encontraría en Bailén en 1808.


Regimiento de Infantería de Línea ZAMORA Nº 7 Se creó el 30 de abril de 1580, para hacer valer los derechos de Felipe II sobre la Corona de Portugal, con naturales de la provincia de Zamora como Tercio de Bobadilla, al ser su Maestre de Campo Don Francisco Arias de Bobadilla. Combatió en Flandes desde 1585 con varias denominaciones y en 1710 fue replegado a España donde se le fusionó con el Regimiento de Zamora levantado en 1704 pero considerando como Cuerpo original al Tercio de Bobadilla. En 1769 recibió el número 7 del Arma. En 1808 se encontraba en Dinamarca, integrado en la división del norte.



Regimiento de Infantería de Línea SEVILLA Nº 11
Recogió el historial del Tercio de Infantería de la del Mar Océano, creado en 1657 para la guerra contra Portugal. En 1707 al tomar los Tercios las denominaciones de regimientos, recibió el nombre de Regimiento de Infantería Sevilla. En 1808 se encontraba en El Ferrol, desde donde salió para participar en los combates.

Regimiento de Infantería de Línea ZARAGOZA Nº 14 Creado en 1579, su primer Maestre de Campo fue Gabriel Niño de Zúñiga de quien recibió su primer nombre: Tercio de Niño. En 1580 participó en la campaña de Portugal al final de la cual recibió el nombre de Tercio Departamental de Portugal. En 1593 se le denominó Tercio de Infantería Española de la Ciudad de Lisboa, abreviadamente Tercio de Lisboa. Tras participar en 1653 en las campañas de Cataluña e Italia absorbió al Tercio del Conde de Humanes y en 1698 al de Lucas de Espinosa. Durante la Guerra de Sucesión combatió en la Península, Cerdeña y Sicilia y al acabar ésta fue reorganizado y denominado Regimiento de Infantería Lisboa nº 4. Entre 1718 y 1769 cambió varias veces de número y en 1791 cambió el nombre y número para recibir el de Regimiento de Infantería Zaragoza nº14, por que el Ayuntamiento de esta ciudad, donde estaba de guarnición, costeó su reorganización. Cuando se inició la Guerra de Independencia se encontraba en Oporto, integrando el ejército franco español de ocupación; de allí pasó rápidamente a Galicia para combatir contra los invasores.


Regimiento de Infantería de Línea Toledo Nº 16 Creado en Madrid como Tercio de Vera por ser D. Diego Fernández de Vera su primer Maestre de Campo; el 21 de enero de 1664, debido a la gran cantidad de bajas sufridas en el sitio de Extremos tuvo que ser reorganizado con naturales de la provincia de ToIedo por lo que recibió el nombre de Tercio Provincial de Toledo. Tras participar en las campañas de Cataluña cambió su nombre en 1694 por el de Tercio Provincial de los Azules Viejos debido al color de sus casacas. Combatió en Italia durante La Guerra de Sucesión y recibió en 1707 el nombre de Regimiento de Infantería Toledo nº 5 con el que combatió en Almansa y Villaviciosa. Durante el siglo XVIII recibió diversos números y combatió en Cuba, Puerto Rico, Río de la Plata, La Florida, Orán, Menorca y Pirineos Occidentales. Guarnición fija de la ciudad de Toledo, al comenzar la Guerra de Independencia sus tres batallones se encontraban, con el nº16, destinados en Galicia.



Regimiento de Infantería de Línea MALLORCA Nº 17 Creado el 13 de mayo de 1622 bajo el mando del Maestre de Campo D. Pedro Fernández de Navarrete con el nombre de Tercio Nuevo de la Armada del Mar Océano participó en los combates de Orán y Ceuta durante el siglo XVII. Iniciada la Guerra de Sucesión recibió en 1704 el nombre de Regimiento Nuevo de la Armada y del Océano, aunque se le conocía como Tercio de de Santa Cruz por el nombre de su Coronel. La reforma de 1718 lo denominó por primera vez Mallorca y le dio el número 14 del Arma. Participó en la campaña de Italia de 1743, en Sudamérica, hasta 1772, en la Guerra de Independencia Norteamericana con la toma de Pensacola, en Oran de 1790 a 1791, en la Guerra del Rosellón contra Francia de 1795 y en la de Portugal en 1801. En 1808 se incorporó a la Guerra de independencia desde Portugal, donde estaba acantonado, participando de forma destacada combates.

Regimiento de Infantería de Línea LEÓN N.º20 Se organizó en La Coruña en 1694 bajo el mando del Maestre de Campo D. José Vélez de Cosío con el nombre de Tercio Provincial Nuevo de León; en 1695 pasó destinado a Navarra desde donde se trasladó a Barcelona para participar en la Campaña de Cataluña. Fue reorganizado en Galicia en 1698 con el nombre de Tercio de los Amarillos nuevos y en 1704, con la guerra de Sucesión, cambió su nombre por el de Regimiento Provincial de León participando en los combates de Portugal, Castilla y Cataluña. Fue trasladado a Ceuta en 1720 para defender la ciudad y estuvo destinado en la Península, 1724, Mallorca, 1727, de nuevo África, 1732, e Italia, 1735. Participó en la guerra de los Pirineos y su tercer batallón fue hecho prisionero en la rendición de San Sebastián. En 1808, al comenzar la Guerra de Independencia se encontraba en Portugal desde donde se trasladó a Vigo.

Regimiento de Infantería de Línea NAVARRA N.º 24 Se creó en 1705 para la Guerra de Sucesión como Regimiento de Mencos y tuvo como primer Jefe al Mariscal de Campo D. Francisco de Mencos; incorporando a la unidad el historial del Regimiento del Condestable de Navarra creado en 1632. En 1707 cambió su nombre por el de Regimiento de Navarra y un año después se denominó Regimiento de Infantería de Navarra con el que llegaría a la Guerra de Independencia. Participó en las tres Campañas de Italia, la defensa de Ceuta en 1753, todos los hechos de armas de la segunda mitad del siglo XVIII y la guerra con Portugal en 1801.


Regimiento de Infantería de Línea ARAGÓN N.º 25 Se creó en Zaragoza el 6 de julio de 1711 por orden de Felipe V bajo el nombre de Regimiento de Aragón y con personal voluntario para participar en la Guerra de Sucesión, dándosele el mando al Coronel D. Manuel de Soda y Antillón. En 1718 participó en la primera Campaña de Italia, en 1732 en la reconquista de Orán, entre 1743 y 1746 de nuevo en Italia, en 1775 y 1790 en Ceuta; en 1741, 1762 y 1782 en América y en 1793 en la Campaña de los Pirineos contra los franceses. Al comenzar la Guerra de la Independencia se encontraba en la Península.

Regimiento de Infantería de Línea HIBERNIA Nº 37.En Nuestras fuerzas armadas hubo tropas irlandesas de manera habitual desde el siglo XVI. Durante los siglos XVII y XVIII la presencia de fuerzas irlandesas se fue incrementando hasta el punto de contar durante el siglo XVIII con una brigada completa. Según el estado militar de 1808, los regimientos irlandeses tenían la misma composición y fuerza que los españoles, tres batallones, con una fuerza total de 1.008 plazas en tiempos de paz y 2.256 en tiempos de guerra. A principios del siglo XIX la mayor parte de los componentes de estos regimientos habían nacido en España, si bien eran hijos o descendientes de irlandeses, siendo fácil encontrar entre la oficialidad del ejército apellidos como: O'Donell, O´Neal, Kindelan, Evans o Lacy.

1º Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Cataluña.Los Batallones de Infantería Ligera estaban organizados según la orden de 26 de agosto de 1802 firmada en Zaragoza en 12 batallones, cada uno de ellos tenía seis compañías y una plana mayor.

Se creó en 1762 para combatir en la guerra con Portugal a las órdenes del coronel don Miguel Boix. Tras la guerra quedó establecido en Cataluña para cubrir la frontera con Francia y la costa mediterránea. En 1807 participó en la expedición española a Dinamarca.

2º Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Cataluña.Creado en 1762 por idénticos motivos se puso al mando del coronel don José Veciana. Tras la guerra había de tener un batallón en Pamplona y otro entre Fuenterrabía y San Sebastián para cubrir la frontera con Francia



Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Gerona.Creado de igual forma que el anterior en el año de 1792 como Regimiento de Voluntarios de Gerona, fue su primer jefe el coronel don Francisco Martí. Participó en la campaña de los Pirineos.

Batallón de Infantería Ligera de Navarra Se creó para reforzar las unidades de Infantería Ligera por orden de 26 de agosto de 1802 en la región de Navarra con seis compañías de 136 hombres cada una y una plana mayor.

Los Dragones de Almansa.Los dragones aparecieron en España en la primera el siglo XVII. Originalmente eran simplemente infantería montada, que tenía como ventajas la movilidad y poder responder con velocidad y agilidad en labores de defensa de posiciones o de ocupación de puntos estratégicos. Su armamento era por esta razón el arcabuz y más tarde el fusil, del que los regimientos de dragones tuvieron en España un modelo diferenciado hasta 1889. Algunos regimientos, como el Tercio de Dragones de Scheldon, creado en 1684 y años después denominado regimiento de Dragones de Pavía, todavía existen (hoy 4º Regimiento de Caballería Ligera Acorazada) y otros como Numancia (los jinetes de las calaveras de plata) están entre los más famosos de nuestro ejército.

Aunque no eran infantería, en un principio la caballería los despreciaba, si bien poco a poco se fueron aproximando a los jinetes de línea, pero en 1808 todavía había alguna diferencia y tanto en su armamento -fusil, en vez de carabina- como en su uniforme -polainas en lugar de las pesadas botas de los jinetes de línea-los dragones tenían una personalidad diferenciada, que se veía a primera vista, por el uso de característicos uniformes amarillos desde principios del XVIII.

Durante el reinado de Carlos IV, los dragones sufrieron multitud de cambios que afectaron a su organización y a sus uniformes. En 1796 había ocho regimientos uniformados de amarillo, como era tradicional, pero en 1800 el uniforme cambio al verde. La reforma de 1803 fue más lejos y suprimió el instituto en su totalidad, pues sus regimientos fueron convertidos en húsares y en cazadores. En 1805 reaparecieron con uniformes otra vez amarillos, con barras y vueltas rojas para todos los regimientos y el cuello y la solapa diferentes para cada uno. Todos llevaban en el cuello como emblema un sable y una rama de laurel cruzados en hilo blanco -tropa- o plata -oficiales-. Los ocho regimientos eran Rey, Reina, Almansa, Pavía, Sagunto, Villaviciosa, Numancia y Lusitania y contaban con 5 escuadrones de 670 hombres y 540 caballos.

Los dragones de Almansa estaban en 1808 destinados en Dinamarca y en realidad aún conservaban el uniforme de cazadores.

Las Milicias Provinciales.
Los 43 Regimientos de Milicias Provinciales eran considerados como una reserva permanente del Ejército Real y en caso de guerra debían proporcionar los individuos necesarios para completar sus plantillas. Cada uno de ellos tenía un solo batallón compuesto de cinco compañías de las que una de ellas era de Granaderos y las otras cuatro de Fusileros. Las compañías de Granaderos estaban agrupadas en cuatro divisiones de dos Batallones cada una. La 1 º División se' encontraba en Castilla la Vieja, la 2º en Castilla la Nueva, la 3º en Andalucía y la 4º en Galicia.

Excepción eran las Milicias Provinciales de Mallorca que estaban agregadas al Regimiento de Infantería de Borbón y las de Canarias; con dos Regimientos en Tenerife, uno en Gran Canaria y otro en la isla de la Palma; que dependían del Comandante General de las Islas.

Entre 1808 y el1 de junio de 1810 se disolvieron 12 Regimientos. Los 30 restantes, Ecija había sido absorbido por Burgos, perdieron su condición de Provinciales y pasaron a considerarse batallones de Infantería de Línea.

Los uniformes eran blancos igual que los de la Infantería de Línea con cuello, puños y pechera rojos para todos. Los botones llevaban el nombre de cada uno de ellos grabado y servían para identificarlos.


FRANCESES.

Infantería de línea.

Teóricamente todos vestían el mismo uniforme, diferenciándose tan solo por el número regimental que debería figurar en la placa del chacó y en los botones. Chaco o morrión cilíndrico con visera y placa delantera en forma de rombo, con un águila estampada y el número del regimiento a sus pies. Casaca azul con cuello y vueltas rojas, solapas abiertas y forros blancos con vivos rojos y botones dorados. Calzón blanco y polainas negras. Para las compañías de voltigeurs cuello amarillo con vivo rojo y charreteras verdes, y para las de granaderos morrión de pelo, o chacó con galones rojos, y charreteras rojas. Completaba el uniforme un capote, prenda no aprobada hasta el 25-IV-1806. Los oficiales en campaña solían usar el “hombres surtout hombres”, o casaca sin solapas, y con una fila de botones en su delantero.

Infantería Ligera.

Su uniforme era similar al de la infantería de línea, pero con las solapas azules y acabadas en punta, sus botones y placas plateadas, y las vueltas acabadas en punta.


Relación de unidades participantes:




Los Zapadores de España:






Bibliografía:
  • Revista “Ristre” y “Ristre Napoleónico”
  • Revista “Desperta Ferro”
  • ARHCA Asturias.
  • Revista "Researching and Dragona"


2 comentarios:

  1. En relación con la lámina de Paco Vela, en laxque se ve un soldado asturiano vestido con uniforme británico, en honor a la verdad, les digo que ninguno de los regimientos asturianos combatientes en Espinosa de los Monteros iban vestidos, era imposible, con uniformes ingleses, ya que dicho vestuario, valga la redundancia, se recibieron en Asturias en diciembre de 1808 (la batalla de Espinosa es anterior). Los primeros uniformes se entregaron a principios del mes de febrero 1809, pero lo fueron para los cuerpos que componian la división del general Vorster (línea Navia-Eo). Esto es todo.

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    1. Muchas gracias por esa información complementaria que choca con la lámina de la revista de historia militar. Para salvar la honrilla no figura nada concreto en ese sentido en el texto, pero se sobreentiende. Con su comentario se redondea el texto.

      Repito, muchas gracias.

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